lunes, 26 de noviembre de 2007

Post-Post-Portugal

Los cuerpos ya no son lo que eran. Porque, vamos a ver, ¿tanto puede cansar levantarse un viernes a las 7, estar hasta las 6 y pico de conferencia en conferencias traducidas al inglés en su mayoría (huyendo como de la peste de los traductores a español, malos como un dolor de muelas...), ducha y paseo hasta el centro de Évora (cuesta arriba, claro), cena oficial con todos los peces gordos, con café, copa y aguardiente, copas y bailes hasta las 6'30 de la mañana (y porque alguien se cargó los bafles, bendito sea, que si no no salimos de allí), desayuno a las 9'15 y unas 9 horas de viaje conduciendo una furgoneta llena de gente dormitante?

Pues yo llegué hecho polvo, como si fuera un ancianete...
"¡¡¡Sacrifiquémoslo a nuestro Diooooooos...!!!"

Aparte del cansancio, me ha encantado la experiencia por muchos motivos, algunos un poco filosóficos, aunque no voy a dar detalles de estos por ahora. Baste decir que ha habido comida, bebida, risas y compañerismo a granel. Y no son bienes tan abundantes en una vida cotidiana como para despreciarlos, ¿no crees?

Y, como no hay viaje sin pérdida, también vuelvo de tierras lusas con la pantalla del móvil partida por la mitad. Ole. Una cámara en Italia, unas gafas de sol en Francia, un móvil en Portugal. Miedo me da ir de visita a London para ver a Cinci y a Marnie...

Ya estoy de vuelta. Ahora toca recuperar el tiempo invertido y trabajar extra para mantener plazos... Pero tengo la fuerza de mil bacalaos corriendo por las venas...

martes, 20 de noviembre de 2007

Falando portugues

Pues eso. Que estoy en Portugal (léase /purtugaal/) hasta el sábado.

Crónica y peripecias, en cómodas monodosis a la vuelta.

Sí, sé que me vas a echar de menos, pero sobrevivirás.

Recuérdame que, cuando nos volvamos a encontrar, te cuente mi desventaja evolutiva provisional y adquirida ayer por culpa de una técnica de aikido que no parece serlo.

Hasta pronto...

lunes, 19 de noviembre de 2007

¡Abran paso a la reina!

Sinceramente, no esperaba yo tan rápido ascenso al trono después de los avatares ocurridos la semana pasada. De hecho, estaba listo para un largo periodo de vacío en el mueble de enfrente del sofá y, siguiendo el consejo del Tete en aquellos comentarios, hasta había encontrado algún libro en la estantería que tengo llena por ahí para entretener los ratos libres de trabajo y estudio (pocos y cobardes en verdad).

Pues esta mañana, mientras aún me relamía de mi segundo desayuno, me ha llamado el técnico salvaje con vocecilla confundida y temerosa:

-"Verá, es que parece ser que no quedaban televisiones como la suya en la casa central y han enviado otra..."

-"...(shock) ¿Cómo dice? ¿Cómo que han enviado otra? ¿Otro modelo? ¡Me gustaba mucho mi tele!..."

-"Si, supongo, pero se conoce que no les quedaba y... Por eso le llamo, para saber si está conforme con el cambio... Le han mandao una de 32 pulgadas pero TFT..."

-"...(shock)...Eeeemmm...(re-shock)...¿Cómo ha dicho? ¿Una TFT?..."

-"Sí, eso me temo. LCD. Sin repuestos ni stock, Philips ha mandado una un poco superior, pero no es de tubo, es de estas finitas... Y queríamos saber si está usted conforme..."

-"Estoy a diez minutos de allí. Llegaré en dos..."

Es una tele estupenda. Se llama Philips 32PFL7762D/12. Delgada, oscura, brillante, también panorámica de 32 pulgadas, HD-Ready, con más entradas que la otra... Y, sobre todo, gratis.

Morena, ¿qué vas a hacer el resto de tu vida?...

Ya reina desde su trono negro, observándolo todo con atención y mostrando, cuando se lo pida, una ventana a mundos y realidades alternativas a esta.

Aunque me temo que voy a seguir sin utilizarla todo lo que me gustaría, la XBOX y el DVD están ya contentos y recelosos a un tiempo, con los celos infantiles hacia la hermanita recién nacida que viene a casa desde la maternidad.

P.D.: Quiero dejar constancia escrita: Philips se ha portado. Han fidelizado a un cliente.

domingo, 18 de noviembre de 2007

¿Por qué...?-Filosofía de peluche (6)

Filosofía en grande, pinchando en la imagen

Primero, el despertador dinamita el silencio y el olvido.

Justo al apagarlo, viene la pregunta con ruido de percutor, ametrallando la duermevela: "¿Por que...?"

¿Por qué tengo que ir al trabajo? ¿Por qué no puedo quedarme en la cama? ¿Por qué tienen que ser las cosas así? ¿Por qué no pueden ser distintas?...

Pero las manos amorosas de mamá responsabilidad me empujan fuera de las sábanas, al frío exterior, confirmando socarrona que, cosas de la vida, el misterio del mundo no se resuelve perreando a oscuras.

Como Garfield, odio los lunes... (y los martes, los miércoles, los jueves...)

Odio, odio mucho el aire frío del dormitorio al levantarme...

Y, sobre todo, odio, odio, odio las fechas de entrega cercanas y acercándose...

jueves, 15 de noviembre de 2007

La tele ha muerto...

...¡viva la tele!...

Me estoy refiriendo a la mía, claro, a mi "aparato de televisión", que no me pienso meter en ese campo de minas de vaya-una-mierda-de-programación-la-gente-ve-cualquier-basura porque ni soy suicida, ni veo suficiente televisión standard, ni mi criterio es sólido: yo también me trago mucha porquería cuando tercia y, por contra, me he perdido obras maestras que estaban poniendo en uno u otro momento en esta o en aquella cadena.

El caso es que mi tele nueva (no tenía ni un año, no somos nadie) está muerta. Y no puede resucitar como la tía May porque no hay repuestos para el tubo de imagen. Sigh.

Era una tele estupenda. Se llama Philips 32PW9551 Robusta (50 kg pesaba, la zagala), sólida, panorámica de 32 pulgadas, preparada para la HD (alta definición hasta 1080i, no full HD...), de diseño sencillo y eficaz, con más entradas disponibles que cables tengo yo para enchufarle... Y, encima, barata.

Ahí está, qué guapa, con su mandico y tó... Snif.

Era la reina del salón. Desde su oscuro trono con ruedas centraba toda la atención e impartía doctrina audiovisual. Siempre limpia de polvo, y tratada con mimo desde que entró en la casa. Por eso, cuando el salvaje del técnico que vino a curarla le endiñó dos guantazos en toda la pantalla con fuerza suficiente como para tumbar a un caballo mediano de la torta, reconozco que casi me desmayo... Y, en estado de shock, asistí a los intentos de desimantarla con un plato pizzero electromagnético (si lo hubieras visto, con interruptor y tó, friki friki...) y al temido veredicto: "Pues me temo que va a ser del tubo de imagen, me la tengo que llevar al taller". Disimulé el temblor de piernas como pude, porque llevársela implicaba dos cosas: a saber cuándo volvería a verla y (horror) había que bajarla a pulso por las escaleras...

Dos días después se confirmó que no había tubos de repuesto de estos ni en Holanda. Shit!...

Y hoy me han confirmado que han autorizado el cambio desde la central de Philips. Hell Yeah!...

Aunque me han dicho aquello de "bueno, ya la mandarán, nosotros te avisamos". Re-shit!...

Por eso he reciclado la exclamación espontánea de un pueblo patriota y esperanzado en el futuro: "La Reina ha muerto. Viva la reina." (¡VIVA!).

Y conste que no lo digo por mí, que no veo la tele. Es que la princesa XBOX la echa mucho de menos y el príncipe DVD hace tiempo que no se relaciona con nadie...

martes, 13 de noviembre de 2007

Épica en verde

Hay veces que te encuentras con obras que te cautivan. Como esta...



Me la encontré en nomepuedocreerquelohayaninventado un día (ya lejano) e inmediatamente guardé la dirección, porque tenía que enseñártelo, porque es una obra de arte sobre otra obra de arte, dentro de los tipos de arte que yo suelo gastar.

(Inciso: ...y aquí hay mucha tela que cortar si no estás de acuerdo con la naturaleza artística de cine y cómic, o de esta película y este cómic. ¿Dejamos el debate para otra ocasión? Graciaaaaas...)

300. No te la voy a contar a estas alturas. Sólo te recuerdo que unos "reyes magos" me trajeron la primera edición que salió en España tachándole el abusivo precio que le puso Norma y que he visto la película (mucho mejor adaptada para mi gusto que Sin City) más de una vez (ejem... más de 3 veces) y en más de un idioma. Y es que me encanta la épica. Estoy adiestrado desde pequeño para identificarme con los héroes que luchan y mueren por sus principios. Y la épica me hace vibrar cuando la contemplo, la leo, la escucho o la practico a pequeña escala. Ya hablaremos de ella otro día.

Hoy la épica es verde. Y, aunque soy una manzana condenada, hoy no morirá ningún espartano.

(Nota: No sé si la entiendo bien porque he visto los trailers y la peli demasiadas veces para saber lo que se dice y quién lo dice, o que tengo mejor nivel del que yo mismo creo... No sé cómo andarás tú con la lengua de Shakespeare, así que, si quieres y lo pides por ahí abajo en los comentarios, te busco la traducción y la copio en algún lado. Pero NO TE LO PIERDAS. Consejo de AKA.)

¡¡Ouch!!

Me pasó ayer (y ya te lo avancé ayer mismo). Ay.

Me pasó cuando caía hacia adelante con el brazo retorcido con un sankyo. Y me afectó tanto que me tuve que ir inmediatamente al vestuario para tratar de arreglarlo.

Aquí dejo el estremecedor documento:
Este es el pantalón de mi gi (o keikogi o kimono, más comúnmente).

Blanco. Arrugao. De algodón. Lo normal, vamos.

Lleva en las fibras muchas caídas, muchos pasos dados de rodillas, muchos baños en lejía.

Pero ayer (triste día el de ayer), pasó lo que tenía que pasar: "¡¡¡Raaaaaasssss!!!"

Vista trasera. ¡¡Ouch!!

Todavía me tiemblan las manos, se nota hasta al hacerle la foto.

Vista trasera. Zoom in. ¡¡OUCH!!

Ha sido un buen compañero de fatigas (literalmente). Espero que le vaya bien en su nueva vida como trapo de limpieza reciclado.

Por cierto, un comentario de otra cosa: practicando aikido con pantalón de chandal y camiseta se pierde gran parte de la prestancia, majestuosidad y autoridad que se emana cuando se practica con el pijamita blanco. Y, además, se escurre uno una barbaridad en la lona...

lunes, 12 de noviembre de 2007

Ahora sí que sí.

A ver, canta conmigo:

"Ya llegó el otoño,
los fríos y los madroños,
los osos junto al hogar...
Venid a cantarlo.
Venid a disfrutarlo.
El otoño ya llegó..."

Y es que hoy sí que sí. Hoy he notado que ya no hace calorcico por la tarde. El otoño, que aquí es resabiado y traidor como un conspirador medieval, ha hecho presa de mis pobrecitos pies y me he tirado toda la tarde con el frío en los huesos, incluso a la vera de un radiador que es más grande que muchos ciclomotores. Que también manda webs que esto pase más cerca del inicio del invierno que del final del verano, pero qué le vamos a hacer, este año viene benévolo.

A ver. ¿Quién ha estao jugando con los botes de pintura en la sierra?

Y por qué el parte meteorológico, preguntarás... Pues por tres motivos:
-Quería escribir una entrada cortita, sintética, del tipo "lee y olvida".
-Me apetecía un montón cantar la bella tonada a pleno pulmón, después de dedicártela (especialmente a tí, Cinci).
-Llevo toooooooda la tarde helado y de mala leche, sin conseguir entrar en calor y notando cómo los viruses entraban en mi cuerpo por la planta de mis pinreletes criogenizados. Y si yo sufro, me tengo que quejar, sobre todo sabiendo que estás tú por ahí para aguantar mis quejas.

Empieza lo bueno en CiudadCueva. Los gorros de lana están en perfecto estado de revista y la leña está seca y lista. Que venga el invierno, que aquí lo espero...

P.D.: Mañana os traeré un documento exclusivo sobre el accidente que he tenido hoy en el tatami, porque ha sido estremecedor. Ahora estoy demasiado afectado como para pensarlo siquiera. Ay.

domingo, 11 de noviembre de 2007

Elogio de Gollum

Hay pocos bichos que me produzcan tanto sentimiento de atracción-repulsión como las arañas. Juraría que es algo instintivo e innato para mi especie de homo-sapiens. Algo natural si nos paramos a pensar que el humano estándar tiene la mitad de extremidades, una octava parte de ojos funcionales, muchos menos pelos sensitivos en el cuerpo, no produce veneno (aunque alguna lengua venenosa haya que esquivar de vez en cuando) y, sobre todo, no acostumbra a colgarse de ningún tejido orgánico autosegregado. Puagh.

¿Muslo, pechuga, abdomen o cabeza? Re-Puagh.

Las arañas reales son visualmente horrendas, muy rápidas en su tela, inmisericordes con sus presas, e insaciables hasta el punto de convertir en carcasas totalmente desecadas a los pobres bichejos que caen en sus trampas mortales. Y encima hay algunas que son muy venenosas. Y también las hay que son gordas como centollos. Y... mejor lo dejo ya, porque me está picando todo el cuerpo como si me lo estuvieran recorriendo de arriba a abajo un par de artrópodos de estos con ocho patas.

Tanto es así, que es mi mente racional la que se las tiene que ver con ellas normalmente, esa parte de la mente que es capaz de analizar la diferencia de fuerza, tamaño, inteligencia y capacidad tecnológica que hay entre yo y la araña que se cruza en mi camino. Porque mi mente irracional está perdida desde niño: miedo que viene de una experiencia real magnificada por el cine en una mente impresionable... Y es que tengo que reconocer que yo he sacrificado hormigas negras cazadas y vivas arrojándolas a la tela que tapizaba la entrada de agujeros en piedra que eran guarida de ese bicho asqueroso pero sorprendente. Recuerdo esperar que el movimiento de la pobre victima alertase a la dueña asesina y el estremecimiento sobresaltado cuando ésta sacaba medio cuerpo y cuatro patas para recoger la ofrenda. Asco, sorpresa y un escalofrío de miedito por la espina dorsal que nunca fui capaz de admitir en público. Por eso, se me quedó grabada aquella escena (creo que final) de la primera película en video que se vió en mi casa (que puede ser esta, pero juro que no soy capaz de acordarme de título ni argumento). En ella, un remedo de Conan mandobleaba rítmicamente la entrada de una cueva de la que salían unas patas gigantes, negras y peludas que amenazaban con la condenación. Él, (y yo, porque llevaba una hora y pico sintiéndome francamente identificado con un bárbaro cuadrao, rubio y con espadón), era la hormiguita a merced de una fuerza negra de la naturaleza. Ya tienes las pesadillas fabricadas y el trauma infantil a punto. Sigh.

Pero, sinceramente, hay bichos que me sacan más de quicio. Odio, odio, odio a las moscas de todos los tamaños y colores, sobre todo en este tiempo que ni frío ni calor, ni pa tí ni pa mi. Porque se ponen muuuuucho más pesadas que en pleno verano, atontadas y sobonas como si estuvieran con dos copas de más. Resulta que, al menos aquí, aún no ha venido el frío que destierra definitivamente a estas criaturas, pero ya hace suficiente para empujarlas a refugiarse en casas y oficinas. Y la paciencia no basta para bregar con ellas.

Concursos de cacerías "mosquiles" en familia. Guerra química al estilo ZZ-Paff. Tacos de folios enrrollados a modo de matamoscas. Palmadas al aire. Cualquier método es válido para acabar con la plaga cansina. Por eso, yo quiero entonar un elogio a Gollum.

"No me mires asín, leches, que te voy a echar un piropo..."

Y conste que es irónico, porque por esto que hoy alabo le volví a coger manía al personaje la primera vez que leí el libro. Porque resulta que decide que, ya que no puede con dos hobbits fuertes, bien alimentados y armados con un montón de cuerdas élficas que queman como tizones, le dejará el trabajo sucio a Ella. A Ella-la-Araña. Shelob para los foráneos. Sólo bastará llevar a este par hasta su guarida y Ella hará el resto, "porque siempre tiene hambre, ssssssiiiii mi tessssoooooro, y está harta de apestosa carne de orko..."

¿Cómo no reconocer su genio si en realidad funciona?... Logras tu objetivo sin mancharte las manos, permitiendo que ellas se alimenten a discrección. Así que en mi casa hace tiempo que no se cazan arañas, porque me he dado cuenta que tienen reducida la población de moscas y aún no he visto ninguna cucaracha. El mérito no sé si será de ellas o del destino, pero estarás conmigo en que Mr. Smeagol era un visionario del control integrado de plagas. Estoy hasta por proponerlo para el Premio Nobel de algo el año que viene (si se lo han dao al caradura de Gore, se lo conceden seguro...)

"La cena va a tardar... piiiiitas, pitas, pitas, pitas..."

Sólo me queda confiar en que, a partir de ahora, las moscas no traigan a Dardo en la cintura ni un frasquito de luz de la estrella de Earendil en el morral...

lunes, 5 de noviembre de 2007

El público del "factor" (1/2)

PREÁMBULO ACLARATORIO: Esto es un...
¡Anda, eh!... No dirás que no te aviso...

Ha pasado algo más de una semana desde que escribí la entrada que tienes ahí abajo.

Con todo lo que conlleva una semana jodida, era previsible que ocurriese lo que ha ocurrido: nada nuevo en el "factordecuración". Ha sido de esas en las que la presión del trabajo urgente no me ha dejado ni ir a rodar por los suelos a gusto (sí, aikido, el arte de hacerse uno con el suelo... una y otra y otra vez...), en las que se dedican los días de fiesta a limpiar la casa y rescatar la costumbre de estudio, en las que el tiempo rompe la barrera del sonido (quod erat demostrandum) y en las que el blog sobrevive sólo en la mente a base de latas de conserva y bocetos de textos posibles que casi nunca llegan a nada...

Pero hoy, cuando hace un rato por fin me he podido derrumbar en el sofá, satisfecho y agotado por una actividad física que me iba haciendo falta, he sentido el cosquilleo en las yemas de los dedos que precede al "voy a escribirle algo".

El primer impulso lógico ha sido tirar de alguno de los borradores que se intercalan en mi lista de edición de entradas, textos incompletos que empecé algún día que no estaba todo lo motivado/inspirado/lúcido que era necesario para dar forma a esas ideas. Pero, como tantas otras veces, no me he visto capaz de retomar el hilo de ninguno... Quizá sean para siempre borradores, condenados a no ser terminados nunca porque cometí el error de la inconstancia o sufrí el bloqueo del callejón (mental) sin salida. O quizá los acabe mañana, quién sabe...

El segundo impulso ha sido coger una de esos bocetos de idea que mencionaba antes, pero están tan vaporosos que me ha dado pereza. Todavía tienen que madurar. Mucho, además...

Así que he pensado en qué te gustaría leer. Y me he dado cuenta de que realmente no sé quién eres "tú".

El tiempo verbal de mis textos fue una decisión de estilo que tomé allá por el inicio de los tiempos. En vez de narrar en tercera persona, pensé que me sería más fácil hablar con un "tú" hipotético que con un "vosotros" o un "ustedes". Y así tomó forma un "tú" que incluye a todo aquel y aquella que tenga a bien leerme...

¿Pero quién eres tú? ¿A quién le estoy dando la tabarra? ¿Conozco a mi público?

Creo que saber esto es importante. Al fin y al cabo, y parafraseando aproximadamente las nociones de marketing que he tenido el placer (y/o el sueño) de recibir, hay que "centrar los esfuerzos en tu público objetivo" porque no se puede trabajar para gustarle a todo el mundo.

¿A quién quiero gustar cuando "te" escribo?
¡¡¡¡Taaaa-chaaaaaannnn!!!!

...próximamente en sus navegadores...