lunes, 21 de diciembre de 2009

Último día

La mañana empezó negra y brumosa como debe ser el vaho del aliento de un lobo. Niebla cerrada y frío como aperitivo del día en el que se acababa su contrato laboral.

No era una sorpresa desagradable como la que le acababan de dar a los compañeros, avisados de despido fulminante con los mínimos 15 días de antelación de rigor. Lo sabía desde el mismo día que dijo que no le importaba incorporarse a la oficina al día siguiente. Pero no era algo que suavizase el hecho de que era su último día de trabajo.

El dia se aclaró apenas para distinguir día de noche, dejando al sol con un halo plomizo y triste que tenía el tono de las mantas grises de los soldados que se encaminan hacia el frente. El viento lento, refugiado en las esquinas umbrías, deliberadamente enfriaba hasta el calor humano de los parabienes y las despedidas, ojalá, hasta pronto.

Cuando todo estuvo resuelto y recogido, con la carga de los papeles que se llevaba en las manos y los pasillos y salas vacías, como el símbolo del futuro huero entre las paredes de unas oficinas que le habían acogido durante estos meses ya terminados. Los ecos de sus pasos en retirada resonaban en los pasillos, en la escalera y en la entrada de acdeso en la que ya sólo quedaban un par de polvorones en una caja terminada y un culín de anís. Seco, por supuesto. Como su contrato.

Y fue en el preciso momento de poner el primer pie fuera de la puerta cuando cayó la primera gota. Las nubes empezaban a llorar, despidiéndose con unas lágrimas que iban en aumento mientras caminaba lento y cargado de hombros hacia su coche solitario en el aparcamiento.

Y, como no podía ser de otro modo, su pensamiento acompañó a la lluvia, a la melancolía sincera de esta mañana del último día de trabajo, de la única forma posible en sus circunstancias:

"Empieza a llover. Perfecto. Bonita forma de empezar las vacaciones, con las ganas que les tenía... Que ya era hora, pardiez. Y a ver cuánto tiempo me dura la libertad, que tengo un montón de cosas que quiero hacer por gusto, por fin..."

martes, 8 de diciembre de 2009

A la cola

La sorpresa inicial abre brúscamente los pozos negros de las pupilas y el contorno propaga el movimiento como las ondas en el agua quieta, de dentro hacia afuera. Los párpados se comban arriba y abajo, las cejas se levantan por el centro, comprimiendo la piel de la frente hasta su corona de blanco lacado. Simultáneamente, la mandíbula baja unos milímetros y el contorno de los labios inicia el movimiento hacia el centro, queriendo fruncir los labios en un círculo que acompañe al "Oh" de sorpresa que tan difícil es de evitar.

Este movimiento sólo dura un instante. La mandíbula ya se está tensando. Las arrugas de expresión de la boca se reorientan en paralelo cuando el músculo orbicular de la boca se contrae para formar una línea recta delimitada por los dos labios, al igual que las líneas de los párpados se juntan, reduciendo la superficie visible de los ojos a dos rendija estrechas en las que se puede ver que la pupila se ha cerrado, concentrando el negro en un punto afilado que atraviesa con la mirada incluso a través de los cristales de las gafas. Las cejas se comban convergentes hacia el puente de la nariz mientras el ceño se frunce, arrastrando en el movimiento a las arrugas cercanas de frente y ojos, orientádolas como los radios de un vórtice centrado en el inicio de una nariz cuyas aletas también se contraen. En un lado de la cara, el pómulo se crispa y tira de la mejilla hacia arriba, arrastrando al labio lo suficiente para que se abra y muestre, casi imperceptiblemente, un colmillo que se imagina cargado de desprecio, y el oído cree percibir el gruñido de advertencia que siglos de evolución y civilización no han logrado erradicar de los animales salvajes que en realidad aún somos.

A partir de ese momento, que apenas ha durado un segundo, la expresión se congela consciente o inconscientemente en una mueca que condensa contrariedad, enfado, condescendencia e indignación.

Y a mi, simple observador en esta ocasión, me resulta aterradora la reacción, que espero que sea inconsciente: resulta impresionante la cara de asco que puede poner una mujer mayor en la cola de un supermercado cuando otra igual que ella le dice "yo estaba antes"...

Conclusión: Si pretendes colarte delante de una venerable ancianita, ten cuidado, no pierdas el contacto ocular y protege tu yugular (que además puede tener la dentadura postiza afilada sin temor a perder el esmalte, recuérdalo).

Corolario: Si alguna vez se te cuela delante una venerable ancianita con el descaro y desparpajo que acostumban, no reclames tu turno a menos que estés en disposición de defender tu posición con uñas y dientes. Si no lo estás, mejor asume tu papel en la cadena trófica de los supermercados en hora punta, tierna ovejita...


lunes, 30 de noviembre de 2009

Digestión

Por compromiso. Por hambre. Por ansia. Por curiosidad. Por gula. Por imitación. Por que va a ser bueno para mi. Por una apuesta. Porque sí.

Por desgracia y en más de una ocasión, a todo el mundo le toca comer algo que no le va a sentar bien a su estómago. Puedes sospecharlo desde el primer mordisco o descubrirlo por sorpresa una madrugada en casa ajena.

Brocoli. "El vegetal más mortífero de la Tierra. Hasta trata de advertirnos con su horrible sabor"

Puede ser porque la comida era demasiado pesada, porque los alimentos están en mal estado, porque no has masticado lo suficiente, porque has comido más de lo que debías, por mezclar ingredientes incompatibles, o porque, simple y llanamente, la vida es así y te toca dolor de barriga.

A partir de ahí, es tu digestión contra los elementos.

Seguro que no hace falta que te lo diga, pero la importancia de digerir lo mejor posible lo que, por unas razones u otras, te cae entre pecho y espalda es fundamental. Dolor, gases, retortijones, diarrea, vómitos, inapetencia, fiebre... Una mala digestión puede condicionarte el resto de actividades cotidianas en aspectos que fácilmente trascienden los efectos físicos. Y lo sabes también: trata de tomarte un café con la guapa de la oficina, de dormir con tranquilidad, de alejarte del baño más de 15 metros, de subirte en un ascensor...

Por eso, cuando no te queda otra que masticar lo que te ha caído en el plato, tienes que tratar de hacer una buena digestión.

Hoy he terminado por fin con el menú especial del examen. Ya te sabes la historia. Lo pedí por gusto, porque me gustaba la pinta que tenía la comida en la foto de la carta y por la promesa de una sobremesa llena de tranquilidad vital y placeres para el paladar. "Además es muy sano", me decía a mi mismo.

El primer plato fue un revuelto de apuntes y bibliotecas. Un calvario, porque el salteado de dedicación, sinsabores y renuncias no resultaba fácil de masticar y se me hizo demasiado largo e ingrato. Estaba soso y no se distinguía un bocado de otro. Mientras, a mi alrededor la gente se relamía con sus variadas y sabrosas guarniciones masticadas con todo el tiempo libre del mundo. ¡Qué envidia se pasa cuando optas por comer lo que le conviene a tu cuerpo!

El segundo fue un filete a la plancha de examen. Estaba duro y seco. Me duró muy poco y además fue bastante difícil de tragar, porque las prisas y el calor no me dejaron saborearlo como es debido. Entre el masticar atropellado del momento y el regusto amargo que se me quedó en el paladar no fui capaz de disfrutarlo. Aunque ahora creo que es mejor así, porque me parece que el plato era bastante peor de lo que me pareció en aquel momento, con la euforia del hambre satisfecha.

El postre sí fue magnífico: mañana relajada con virutas de sueño profundo y cielo azul. Lo malo es que me duró poco, porque lo pillé con ganas y me trajeron la cuenta enseguida. El restaurante quería cerrar pronto.

Ahora que el cargo en la tarjeta se ha confirmado, ahora que los resultados del examen son definitivos y son un palo en mi cuenta, no puedo evitar el mal sabor de boca que me ha dejado esta comida. Tan claro es ese regusto a decepción e impotencia que me hace temer una mala digestión y un tiempecito en la enfermería. Aún así, me parece que esta vez no va a ser necesario el lavado de estómago ni el antiácido. Quizás esta digestión llegue a ser más pesada de lo normal, pero no me va a doler la tripa ni voy a tener el mal cuerpo que tengo ahora demasiado tiempo.

Y es que tengo el estómago a prueba de bombas. No sé si será cosa familiar, genética, cultural o ambiental, pero creo que puedo digerir cualquier cosa que me caiga en el plato.

Todo lo que puede pasar es que un día de estos tenga que pedirte un poco de bicarbonato... Sólo por si acaso, tú sabes...

domingo, 15 de noviembre de 2009

Semana

Hace justo una semana una voz potente pero con el deje repipi del que se esfuerza en pronunciar todas las eses en Sevilla decía aquello de "Quedan quince minutos".

Hoy parece que ha pasado un mes o dos de aquel momento en el que la cara me ardía, la cabeza quería empezar a dolerme y las manos seguían a duras penas las necesidades de relectura y marcado de respuestas que mi mente dictaba inmisericorde. ¡Qué cortas se hacen tres horas cuando hace mucho tiempo que perdiste la cuenta de las horas dedicadas a prepararte para ese momento!

A partir de ahí, unas horas de euforia intranquila que se disfrazaba con la frase más socorrida de la noche: "Por fin se ha acabado, por fin soy libre". A la mañana siguiente, después de un par de pastillas para la cabeza y unas cuantas horas de sueño profundo, la sensación de liberación triunfaba en un día que acompañaba con un cielo claro y azul, un airecito fresco y un sol agradable de tomar. Lástima que a media mañana saliera la plantilla de respuestas y la esperanza se trocara en decepción.

Y bien amarga que fue. Igual que el paseo de unos metros para comunicar la noticia a quien esperaba con más fuerza y ganas que yo la buena noticia. Y lo mismo con las (pocas) llamadas para decir "Oye, que no he llegado, que me he quedado a 4 respuestas". Qué día más malo, con lo que prometía al amanecer.

La semana ha pasado lentamente, como si respetara mis sentimientos. Y aunque empecé a hacer lo que había esperado retomar durante tanto tiempo, no lo he disfrutado con plenitud. Deporte, lectura, videojuego, descanso, hasta trabajo. Todo vivido con la extraña sensibilidad que tiene el tejido cicatrizal, esa que atenúa las intensidades de los estímulos y transforma la sensación provocada en la piel en algo ni más agradable ni más molesto, en algo distinto.

El factor de curación ha hecho su trabajo. Lo está haciendo. Sólo le hace falta tiempo. Y se lo estoy dando, junto con ese apoyo que tú me has hecho llegar como haces siempre. Y lo noto funcionar en varios niveles, y me dejo curar y recuperar porque quiero seguir adelante.

Que no hay ningún drama en lo que ha pasado, que aún hay remotas posibilidades de que todo cambie, que no hay motivo para bloquearse ni deprimirse, que queda mucho bueno por vivir y disfrutar a la vuelta de la esquina, que hay que buscarse los garbanzos y saborear las cervecitas de mañana y pasado, que hay que estar fuerte para cuando vengan tiempos duros...

Que, recurriéndo al tópico más grande del mundo, hoy es el primer día del resto de mi vida. Y mañana también.



La copla es una tontada, pero la escucho y sonrío. Y te vuelvo a enchufar un video porque es una canción perfecta para este preciso momento. Una patada en el culo para la autocompasión tentadora que me ronda(ba) y un recordatorio de que lo mejor de esto es que ya se ha acabado el sacrificio y que soy libre de nuevo para aprovechar el tiempo en lo que yo quiera.

Un lujazo, ¿a que sí?

sábado, 7 de noviembre de 2009

Haka

Víspera de batalla de nuevo.

El aire es más cálido de lo que debería por esta época del año, pero supongo que es normal cuando te vas a enfrentar contra el Dios Volcán que ha condicionado tu vida y la de tu tribu durante demasiado tiempo ya.

Delante está su ejército de 104 Teh-Mash-Rio, los guerreros de lava del Volcán Ohp-Hosi-Tihon, famosos en estas islas porque queman y reducen las cabezas de sus enemigos a masas chamuscadas y temblorosas. Pocos son los que les han vencido en el pasado y muchos los luchadores que han sucumbido a su despiadado encuentro. Y pocos sobrevivirán al combate de mañana, como ya está escrito.

Mi ánimo es negro. Negras las nubes, negros los recuerdos. Negro veo el futuro y las posibilidades de acabar el día con victoria.

Pero eso no va a detener a mi pequeña tribu de trabajadores y artesanos Ghan-nasks, Memoritikis y Su-hert-udos. Vamos a dar todo lo que tenemos. Y caeremos o nos alzaremos con la cabeza igual de alta y orgullosa. Porque vamos a rescatar al sol de su cautiverio injusto.

Esta negra noche no teno claro si nuestra danza de guerra será más útil para asustar a los adversarios, como pretende, o para infundir la valentía, la confianza y la ferocidad en nuestros corazones normalmente pacíficos. Espero que inspire ese miedo y esa furia a partes iguales

Porque es hora de que el enemigo conozca el terror que le espera. Hermano maorí, es la hora de la Haka. La batalla va a empezar...



Ka mate! Ka mate! Ka ora! Ka ora!
¡Muero! ¡Muero! ¡Vivo! ¡Vivo!
Ka mate! Ka mate! Ka ora! Ka ora!
¡Muero! ¡Muero! ¡Vivo! ¡Vivo!
Tenei te tangata puhuru huru
Este es el hombre peludo*
Nana nei i tiki mai
Que trajo el Sol
Whakawhiti te ra
Y lo hizo brillar de nuevo
A upa....ne! Ka upa...ne!
¡Un paso hacia arriba! ¡Otro paso hacia arriba!
A upane kaupane whiti te ra!
¡Un paso hacia arriba, Otro hacia arriba....el Sol brilla!
Hi!

*NOTA del T: Que dice la wiki, que en la tradición maori, el hombre peludo equivale a hombre valiente. Que no es un autochiste, que no tendría tampoco mucha gracia, aunque por falta de pelo y de valentía nunca he tenido quejas, que todo hay que explicarlo, porque hay gente que se quiere siempre enterar de tó y no deja pasar ni una, leches...

viernes, 6 de noviembre de 2009

Diggin' Deeper

Ya estoy aquí de nuevo. Al final de la temporada. Con los mismos sentimientos que el año pasado, aunque asumiendo que esta vez no estoy pleno de reflejos, ni de fuerzas, ni de esperanza...



After 86 games, there's part of you that wonders if there is anything left.
If you have anything more to give.
But somehow, from somewhere, you find it.
You dig deeper. You have to.
Because if you don't, you go home.

Supongo que acabaré volviendo a casa de un modo u otro, aunque lo que más pesa en los hombros a estas alturas no es la posibilidad del fracaso "académico". No estoy en buena forma esta vez. De nuevo, paladeo el sabor mezclado de nervios, miedo, agobio y angustia por un temario abrumador, pero este año sé que no estoy tan cerca como me sentí entonces.

Aún así, hago mía la afirmación del vídeo: de alguna manera, en algún sitio, pienso encontrar lo que sea que haga falta para darlo todo dentro de dos días. Espero, cavando como estoy, profundizar lo suficiente y llegar a tiempo.

Esta vez me conformo con el subcampeonato y todo... Je...


miércoles, 9 de septiembre de 2009

90909

999

Es "Al Acram Ed Al Aitseb".

O eso o es un precio de rebajas, no lo tengo claro...

En realidad no es más que una cifra al azar en el flujo infinito (o finito, vete a saber, que la astrofísica y la metafísica definitivamente no son lo mío) del tiempo medido por humanos. Un número curioso, que no se repetirá en los calendarios en tanto no se decida algún día resetear el tiempo, o volverlo del revés, o sustituir los segundos como unidad de tiempo del sistema internacional por, un poner hipotético, los intervalos que tarda un estudiante de oposiciones estandar en comerse una patata (¿?) Pringle y sacar la siguiente del tubo con sus manos regordetas y pringosas (que seguro que es más fácil de medir que lo que hay ahora, no me jodas).

En realidad, la cifra redonda sólo ha significado "miércoles". Ha hecho calor, pero no ha sido como si se hubieran abierto las puertas del Averno. Y, ahora que se está terminando, la verdad es que el día ha sido muy normalito tirando a chungo. Uno más de los que llevo este verano y uno menos de los que me quedan hasta el examen.

Y mira que lo siento, como te puedes imaginar. ¡Anda que no viste nada un buen post épico de esos que acostumbro para romper las frecuentes rachas de abandono del Factor!... jugando con el simbolismo del Anti-Anticristo, con la batalla de las huestes del infierno y del cielo en el día del Anti-Apocalipsis, o con el vestido hiperbólico que podría haber disfrazado un hecho tan trivial como es este de teclear un rato.

Vuelvo a echar mano del Factor de Curación. Pero no porque necesite su poder especialmente, tranqui, sino porque lo estaba echando especialmente de menos. Justo ahora.

Ahora que mis rutinas se re-encarrilan y vuelvo a sentirme socialmente útil en un trabajo de los que pagan al final de mes y todo. Ahora que me resulta más fácil concentrar esfuerzos porque cuento con mucho menos tiempo disponible que desperdiciar. Ahora que madrugo por obligación y no por vicio...

Y mira que sigo sin tener acontecimientos relevantes dignos de ser tallados en piedra, que mi vida sigue siendo tirando para monótona y aburrida, pero he recordado que me apetece echar algún rato muerto ejercitando el pensamiento paralelo mientras busco la forma más amena para contar la chorrada de turno que se pasea, fugaz o repetidamente, por mi tan ocupada mente consciente, que lleva "en blanco" unos pocos meses ya. Y tú llevas demasiado tiempo de tranquilidad, ¿no crees?. Hace demasiado que no comparto esos "reflejos de mi retorcida mente que me devolvían la mirada" que dice la copla de ahí abajo:

"I left alone. My mind was blank.
I needed time to get the memories from my mind.
What did I see? Can I believe?
That what I saw last night was real
and not just fantasy.
Just what I saw, in my old dreams,
were they reflections of my warped mind
staring back at me..."

No sé lo que va a durar esta racha, aunque seguro que un par de orgullosos post puedo pergeñar antes de aparcar el blog otra temporada. Y es que tampoco veo clara la disponibilidad de tiempo que voy a tener, porque cuando se confirme que debajo de las orejillas que intuyo ya en el horizonte hay un peazo lobo que viene detrás de mí dudo que me pare a contarte el miedo que tengo... (y es que te aclaro que no me pienso dejar masticar tranquilamente, faltaría más... Por lo menos que cuando me pille me encuentre sudoroso, maloliente y con agujetas de correr como un poseso... jejeje... a ver si se envenena conmigo...).

En resumen: que hoy es día 9 del 09 del 09 y me ha parecido una fecha perfecta para volver a dar la barrila. Me gusta el día. Me gusta el número. El número DEL Bestia. Caña.


Advertencia: cuando le des al play tienes que estar cabeza abajo, que si no no vale para hoy...

Hale. Y si crees que "esto no debe continuar y que debes informar a las autoridades" como recomienda Mr. Dickinson, creo que su teléfono es el siguiente:

666 999 091

Y ten cuidao con el Anti-Apocalipsis. Y con las cervicales cuando agites la melena.

martes, 26 de mayo de 2009

Aprender de los profesionales

Es una evidencia que hay que aprender de los que saben. Y eso también va por tí, profesional de mierda.

Después de examinar el magnífico trabajo de desmembramiento que hiciste el otro día, no puedo más que aplaudirte y tomar notas por la precisión, la limpieza, la rapidez y el buen pulso.

¿A quién pueden no revolvérsele las entrañas con la imagen?

Y como quiero demostrarte lo buen alumno que puedo ser y lo rápidamente que aprendo, te voy a explicar cómo voy a aplicarte tu propio método como te pille alguna vez jugando con los retrovisores de mi coche de nuevo:
-Primero te voy a agarrar firmemente el antebrazo, haciendo un poco de palanca para dejarte el codo extendido y la palma de la mano orientada al cielo. Y estate quietecito, que como intentes escaparte puedes hacerte daño.
-Después, apoyando mi hombro en la parte posterior de tu propio hombro, voy a girar tu brazo extendido hacia atrás, mientras te fijo el cuerpo contra el coche con todo mi generoso peso corporal.
-Cuando el giro de tu brazo llegue a su tope máximo, llega la parte complicada. Tengo que tener cuidado para no romperte el húmero por error, no quiero arruinar la pieza de repuesto...
-...así que relajo la presión lateral en el hombro, bajo el mío y vuelvo a cargar en diagonal hacia arriba y hacia el frente, sécamente y con fuerza.

Avances didácticos: ¡Planes de venganza con esquemas ilustrados!

Y ya está hecho. Tienes el hombro dislocado. Si no estuvieras gritando de dolor, hubiéramos podido oir el sonido que hace la cabeza del húmero al salirse de la articulación. Un "crack". O un "plop". Pero es que algo se tiene que romper para que la pieza que te interesa quede intacta, ¿no?

Aún así, tienes suerte de que no necesite un brazo de repuesto, bastardo. Porque a partir de este punto ya sólo harían falta un par de cortecitos y un buen tirón para dejarte con los ligamentos colgando como tú dejaste los cables de mi coche cuando decidiste robar mi retrovisor. Aunque procura que no te pille dos veces, no vaya a ser que me cabree un poco de más y pruebe a ver qué pasa...

Al fin y al cabo, creo que si tú conviertes mi coche en una tienda de repuestos bien te puedo yo considerar un donante de órganos, ¿no te parece, pedazo de escoria?

lunes, 11 de mayo de 2009

Miedo

El mecanismo del miedo se había despertado mucho antes de que yo tuviera la menor oportunidad de darme cuenta de qué estaba pasando, sumergido en la inconsciencia del que se siente seguro en esos callejones oscuros que cree conocidos.

¿Y quién me mandaría a mi? Con lo a gusto que estaba en mi casica...

No hubo un aviso previo, ni una música tétrica acompañada de un susto de muerte, ni un ramalazo incendiario de lucidez que indicara lo que estaba a punto de pasar. Sólo una sensación, lentamente creciente, de desasosiego y ansiedad contenida. Indefinible e inidentificable, pero tan real que iba rasgando poco a poco las capas adormecidas que la separaban de la consciencia: cada vez estaba más clara la amenaza de que había algo a lo que temer en esa oscuridad que parecía tan segura hasta ahora mismo.

La traducción somática de la sensación también había comenzado a sentirse, aunque permanecía ignorada por la inercia de un cuerpo demasiado relajado. Así, la boca del estomago se hacía presente con una contracción muscular constante y un recuerdo de sabores amargos. Estaba empezando a estar claro que algo no iba bien: el miedo estaba haciendo su grande-entrée con un redoble de corazón desbocado y una pirueta de pánico ancestral. Ta-daaa.

La reacción psíquica y somática al miedo fue inmediata y abrumadora. La mente se reseteó parcialmente, eliminando todo lo que no era urgente para escapar, para salir vivo e indemne de la amenaza. En aquel microsegundo, no estaba usando el escaso tiempo en buscar por qués ni motivos, porque lo prioritario era huir, correr aunque no tuviera ni idea de dónde estaba ni a dónde tenía que ir. Las referencias que estaban tan claras en condiciones normales se difuminaron y pasaron a un segundo plano que sólo podía ser interpretado por el instinto a un nivel subconsciente y animal.

Mi consciente, tan racional y controlador como cree ser, sólo se ocupaba de traducir las señales sensitivas necesarias para convertir un cuerpo flojo en una maquina de escapar. De eso y de que las primeras maniobras de huida (librarse de estorbos, tensar musculatura, bombear adrenalina, no tropezar con los obstáculos inmediatos) salieran lo mejor posible. La información fluía de alguna manera desde la sala de maquinas instintiva y un puente de mando confuso, caótico y muy, muy asustado.

De repente, me vi moviéndome con una seguridad y eficacia impropia del humano adulto en el que me he convertido (sedentario, conformista, aburguesado). Pero claro, es que me estaba dedicando solamente a escapar de la amenaza que me estaba pillando. A la vez, la parte racional de mi cerebro era un poco más consciente de lo que me se jugaba en esa partida, aunque desde un puesto de espectador, sin ser capaz de entender del todo el movimiento y la locura desatada...

Mientras, el miedo estaba haciendo su trabajo de desinformación perfectamente, y logrando inyectarme en la mente imágenes de las consecuencias de ser atrapado, anticipándome el dolor y la vergüenza, convenciéndome de que no había tiempo, que no había salida, que estaba perdido. Gasolina para el motor de la paranoia que impulsaba la huída desesperada.

Aún con la seguridad de tener al depredador respirándome en el cogote, siempre en el microsegundo previo a que me diera caza, los automatismos de autoconservación grabados en los genes hace un millón de años hacían su trabajo. Y aunque estaba siendo tremendemente rápido, me iba alcanzando. Y aunque ya sabía la dirección y distancia de la escapatoria, me iba angustiando la certeza del momento en el que me iba a cazar.

Ese momento llegó a la vez que el rayo de esperanza me iluminara el ánimo, justo cuando ya llegaba a la seguridad de la escapatoria, en el momento en el que las yemas de mis dedos casi tocaban la libertad del que ha burlado a la muerte, en un climax opuesto al de los finales felices de las películas. Justo cuando podía llamar a las puertas del cielo con alivio, me alcanzó la angustia...

...y nunca estás preparado para el dolor de ese momento... ni para el sonido el líquido que se derrama que viene con él... ni para que el mundo se tambalee y se te doblen las rodillas... ni para ver cómo las salpicaduras se extienden por la pared y el suelo y no puedes hacer nada para retenerlas... ni para el olor dulzón y ácido que te aturde más aún... ni para desear que se acabe lo más rápidamente posible...

Cinci, como se te vuelva a ocurrir darme pollo asado con coco y limón para cenar, te van a tener que sacar del ombligo el papel albal con el que lo envuelvan con unas pinzas fuertes y afiladas. Sin acritud.

Pollo wins! Perfect!

Y ahora, ¿dónde carajo se guarda la fregona y los productos de limpieza en esta casa?... que son las tres de la mañana y tengo que recoger el desastre y controlar los daños antes de que se levante la anfitriona, si no quiero saber a qué se parece un peligro de muerte de verdad...

domingo, 12 de abril de 2009

Por bocazas

Zas, en toda la boca.

Justo el día después de presumir con bastante poca humildad de que llevaba dos meses y pico sin perder el tren (a pesar de levantarme antes que las gallinas ponedoras de producción intensiva, esas a las que encienden la luz de madrugada para convencerlas de que ya es de día y empiecen a echarle huevos al asunto), me llegó la preceptiva cura de humildad cuando una azafata soñolienta y aburrida me decía amablemente que "...ese billete tiene fecha de ayer...".

La primera y segunda reacciones de estupefacción y búsqueda frenética han durado muy poco, porque mi cerebro ha reaccionado a la costumbre con aceptación y bochorno. Así que cerré la bolsa y la bocaza,me dí la vuelta y me despedí con un "Buenos días" bajito y correcto (no fuera a escapárseme sin querer la letanía que se repetía en bucle en mi cabeza, esa palabra de dos sílabas con un significado bastante feo y vulgar).

Como ya no tenía sentido volver a casa a por unos papeles inútiles, me he dedicado a rebotar cual pelotilla de squash entre taquillas, mesas de atención el cliente y estancias para personal de cabina del tren, tratando de arreglar un problema de mecánica cuántica. A saber: es algo que se puede solucionar en 3 minutos si te dejan hacerlo a tí (anular un billete, sacar otro), pero que si se intenta solucionar in situ, trabajas 40 minutos para no lograr al final ninguna solución válida. Es pura cuántica: da igual que trastees con el tiempo, el espacio, la energía, los procesos imaginarios y las (nulas) ondas (cerebrales) de los parámetros de partida del experimento...

Acabas incandescente y con amenaza de explosión de partículas. !Ba-da-booom!
"Me tienen ya hasta los orbitales, oiga..."

Al final se ha solucionado como casi todo en esta perra vida: soltando pasta, perdiendo tiempo y rumiando un cabreo. Gajes del oficio de ser humano en occidente, supongo.

El caso es que la anécdota, fuera de la poca (para mi) o mucha (para tí) gracia que pueda tener, viene a confirmar una vez más que está muy feo presumir. O, por lo menos, está muy feo que yo presuma. Porque a esa acción (que no voy a decir que sea del todo inocente, lo reconozco) siempre la sucede una reacción que me da, precisamente, en toda la boca.

Zas.

Algunas de estas veces me ha dado por imaginar que tengo un ángel de la guarda asignado, con atribuciones de agente de la libertad condicional y de protección civil relacionada con mis actos y mi persona.

Y me imagino al pobre diablo (eeeem, es una frase hecha, ¿vale?) en una sala de monitores, reclinado en una silla giratoria y con las alas colgadas del perchero, echando turnos de 18 horas pendiente de mí, tratando de que no me meta en líos ni que la líe parda a mi alrededor con el perjuicio consiguiente que pueda darse en bajas personales y pérdidas materiales. Y, sinceramente, no creo que sea un trabajo fácil ni llevadero. Supongo que es posible que tuviera que escoger entre el paro y yo, y que esté esperando respuesta para su solicitud de cambiarse a guardar a la Winehouse (que por lo menos será más entretenida de proteger...).

El caso es que supongo que, pese a ser un agente del cuerpo de intervención divina, la criatura será aún suficientemente humana para que le lleven los demonios (ejem, tú me entiendes) cuando alguien se quiere atribuir sus méritos, que es justamente lo que intenté hacer yo con el post presumido del otro dia...

Por eso no me habría extrañado nada que hubiese hurdido un plan mefistotélico (jodeeeeer) de venganza, y que trastease los botones precisos para distraerme lo suficiente para confundir los billetes de un día y de otro, y que (cosa impensable en una persona desodenada hasta el caos como yo) no le hiciese caso a ese impulso de comprobar en el último momento la fecha de los billetes que, al fin y al cabo, estaban perfectamente colocados en el sitio de los billetes.

Creo que fue una voz desde mi conciencia interior la que me susurró (creo que con el reverberar de los coros de iglesia o de las megafonías chungas) algo así como "¿Ves como están en su sitio? Tira para la estación, corre, no llegues tarde y estate tranquilo con los billeticos..."
Se descojona, el cabronazo...

Que no digo que no me merezca el escarmiento, que está muy feo presumir y no se debe hacer y todo eso, pero no me parecen formas de ejercer el poder seráfico, la verdad.

Aunque si con ese desahogo se mejora en algo el trabajo del pobretico que se encarga de cuidarme, lo daré por bien empleado. Que me temo que le vienen épocas en las que va a acabar con los cuernos retorcíos (subconsciente, ¡para ya!...) de lo aburrido de mi vida y de la influencia para que me salga todo medio bien.

Que nunca viene mal un ángel de la guarda motivado y cumplidor cuando te metes en jardines laborales y opositoriles, ¿no?...

miércoles, 1 de abril de 2009

Good morning, Vietnam...


Muchos de los trenes que he cogido los dos últimos meses hubieran salido sin mí si no hubiera sido por dos chicas del parking de caravanas dando una vuelta, o porque no hay nada malo en un poco de destrucción.

Las chicas del parque de caravanas preceden al ritmillo saltarín y machacón de "Without me", la canción de Eminem. La referencia al "trouble boy" al que le gusta destruir es el principio de las guitarras y la batería de "The fallen" de los Franz Ferdinanz. Son dos canciones que han hecho más por despertarme y mantenerme despierto durante los dos últimos meses y pico que todos los cafés con leche que pudieran entrar en un estomago a las 5:50 de la mañana.

La rutina es tan sencilla que casi es pretencioso definirla como tal: la alarma del teléfono empieza a sonar bajito y va subiendo volumen y cadencia hasta apenas despertarme. Aprovecho el impulso necesario para pararla buscando a tientas cualquier el botón correcto para, mientras vuelvo inconscientemente hacia la horizontalidad total, coger los auriculares, colocarme uno en una oreja y darle al botón de abajo del Ipod.

Así empieza la reproducción, aleatoria y con un volumen asumible a esas horas, de una lista restringida pero creciente de “canciones despertadoras”, que me evitan el trance de volver a dormirme tan a gustico diez de cada diez veces. No importa que tenga programada una segunda alarma a las 6:05 por un afán de control y seguridad ante tan plausible eventualidad, porque quien se duerme una vez es capaz de dormirse ciento. A mi lo que me despiertan son las canciones...

La música suena directamente en mi oído (el derecho o izquierdo dependiendo de que lado tuviese turno de almohada en ese momento), filtrándose sin remedio en el subconsciente. Cuando la primera canción va por la mitad o está a punto de acabar ya suelo estar de pie, empezando con el ritual mañanero. Se ha hecho el milagro. Lo que pasa después deja de ser relevante, porque supongo que, salvo por el peinado, seguro que se parece bastante a lo que tú haces.

Tiene merito hacer una canción que sea capaz de despertar(me). No todas lo consiguen, desde luego. No es sólo el ritmo, ni la potencia, ni, desde luego, el ruido en crudo que pueda inyectar directamente por el nervio auditivo a un cerebro atascado en la fase REM a esas horas criminales. Debe tener cierto equilibrio general en la mezcla de algunos ingredientes, entre los que destacan especialmente el mensaje de la letra, el ritmo y la contundencia. Y, también y por supuesto, la actitud que se transmita con la voz, que es fundamental a nivel subconsciente.

Supongo que mi cerebro puede estar casi hibernando pero no es tonto, desde luego. Al menos, es lo suficientemente avispadillo para reconocer la canción cuando suena, coger el mensaje general, destilar alguna idea subyacente y dejarse convencer para activar todos los sistemas del cuerpo para un día nuevo. Suena fácil, pero te juro que es todo un reto a una hora demasiado cercana a la noche del día anterior. Supongo que funciona como un incentivo para funcionar. Como un “despertador por convencimiento” cotidiano. Y lo mejor es que, por ahora, me esta funcionando.

No se cuánto me va a durar este ritmo de vida, que me regala una hora y pico diaria de “tiempo fuera del tiempo” a lomos de un tren. Pero como le he perdido la vergüenza a esto de escribir en público con el engendro bicéfalo, creo que te voy a hablar de vez en cuando de las canciones de esta lista de reproducción. Y es que, aunque no te interesen ni lo mas mínimo, creo para tí puede ser curioso de leer (y para mí curioso de contar) por qué están ahí, con el difícil objetivo de reanimar a un moribundo. Porque hay que reconocerles que, a pesar de ser muy distintas entre si y de que no cantan glorias de mi gusto músico-artístico precisamente, tienen un merito compartido extraño y tremendo: llevo dos meses y pico sin perder un tren que sale puntualmente mucho antes de que los días hayan intentado siquiera empezar a amanecer.

Y tú, que me conoces como si me hubieras tenido que esperar a la intemperie más de una vez (ejem, ejem), sabes que es lo más parecido a un milagro cotidiano que vas a tener el privilegio de presenciar en mucho tiempo.

Así que buenos días…

Goooooooood morning, Viet-Nam!!

lunes, 30 de marzo de 2009

¿Cambiar para qué?

Pero, ¿tú quién te has creído que eres? ¿Cómo puedes tratarme así, con este desprecio? ¿Desde cuándo soy de tu propiedad para que me utilices a tu antojo sin que yo tenga derecho a dar mi opinión? ¿Por qué siempre te las apañas para imponer tu voluntad sin pararte siquiera a pensar qué puedo sentir yo o en qué me pueden afectar las decisiones que tú tomas por los dos? ¿Y por qué estamos teniendo esta discusión otra vez, como si fuera una tradición enfermiza y recurrente?

No sé si te diste cuenta, pero anoche en la cama no me pude dormir hasta muy tarde. Supongo que fue más por cabreo con la situación que por falta de ganas, pero no podía pegar ojo. Tampoco sé si ni siquiera te importaba como estaba yo, a decir verdad. Tú habías tomado tu decisión, habías hecho tu discurso justificativo, habías dictado tu sentencia y no había nada más que hablar. "Hasta mañana, que descanses", dijiste. Y te diste la vuelta sin más, dejándome sin derecho a exponer mi punto de vista, dando por finalizada una conversación que ni siquiera llegó a serlo nunca. Supongo que a los pocos momentos estabas durmiendo, igual que tu tranquila conciencia. Pero te informo ahora, ya que ayer parecía darte igual, que mi desconcierto e indignación no me dejaron dormir.

Estoy harto de tu abuso, de que siempre tengas que tener razón con tus justificaciones lógicas y pragmáticas, con tus respuestas para todo, con tus "es lo que toca" y tus "ya verás como no es tan malo". Estoy harto de ser yo el que sufra invariablemente las consecuencias dolorosas de lo que tu mente fría y racional nos impone a los dos. Harto, ¿me oyes?, harto...

Que sepas que lo que para ti supone solamente reestructurar levemente tu esquemita mental, para mí supone una vorágine de adaptaciones, cambios de ritmo, organización, replanificación de horarios, y descalabros psicosomáticos que no eres capaz ni siquiera de imaginar. Y encima, siendo como eres, querrás que esté radiante, contento, en forma y preparado para dar lo mejor de mi mismo delante de tus compromisos de siempre...

Pues siento desilusionarte, pero no. No funciono así. No soy una máquina. Asúmelo ya. Sólo soy un ser humano.

Y mejor será que tengas cuidado con lo que me dices ahora, mucho cuidadito... Porque como se te ocurra siquiera insinuar, como haces siempre, que así podemos ahorrar un poquito más, te juro que no respondo. No me vas a dejar más alternativa que destrozar delante de ti todo lo que pille. Y entonces sí que nos va a hacer falta ahorrar. O también podría tomarla contigo, como tú la has tomado conmigo con esta ocurrencia tuya... ¿A que ya no es tan provechoso a la larga?

Soy tu cuerpo, maldita sea. Y ya va siendo hora de que me tengas en cuenta alguna vez antes de decidir por tu cuenta y "por el bien del hemisferio norte” cambiar de horario otra jodida vez, como todos los años. No me vas a convencer de lo que sé, lo pintes como lo pintes. Y lo que sé con todas las fibras musculares y cartilaginosas de mis tejidos es que me has hecho levantarme a las cinco menos cuarto de la mañana, cabronazo. Y seguro que mañana lo vuelves a hacer…

Que tú serás muy listo, cerebro, pero yo no soy de piedra. Y tómatelo como una advertencia lógica de esas que tanto te gustan: que arrieritos somos, gris, arrieritos somos…

jueves, 26 de marzo de 2009

Experimento Reloaded

Son las 6'52 y estoy saliendo de la estación.

Ayer, sin tener ni idea cómo pasó, perdí un post enterito que ya tenia casi listo para publicar. Y me quedé con la cara de desconcierto del Sabina cantando aquello de "...quién me ha quitado el Word de ahí, cómo pudoooo sucederme a mí...".

Resulta que el sistema operativo de la PDA no contempla el concepto de “papelera de reciclaje”, tan útil para los torpes que borran las cosas sin querer, así que ya sé por qué la mía es HP: Hija Puta.

Después de los lamentos y las maldiciones, una vez que asumí que no había nada que hacer para recuperarlo, cerré el Blogger, apagué el ordenador y me fui rezongando a la cama: "no me podía haber pasado con uno de los textos cutres, no... Se me borra justo el que explicaba el experimento este de escribir en el tren… Cagüentó...".

Y ahora, plenamente consciente de que no voy a tratar de escribir aquello que ya estaba satisfecho de haber escrito, te toca soportar el resultado de otro experimento de los que hablaba: prepárate porque esto es lo que te espera de aquí a unos meses.

Mientras mi asiento cabecea a casi 300 km por hora, yo tecleo en un teclado plegable a pilas que se comunica por bluetooth con mi PDA de segunda mano. El hecho puede ser risible en un tren lleno de currantes especializados y de aparatos más modernos (y caros) que mi montaje de chismes.

"Voilá, el gabinete del Doctor AKAligari. Jia, jia, jia..."

El resultado del tecleteo será como el de siempre: unos días tendré mucho que contar, otros poco. Algunos estaré lírico y soñador (si no directamente dormido) y habrá días que supure mala leche. Aunque hay una novedad: lo que salga en este trayecto de 45 minutos te va a llegar en forma de post al factor casi intacto, porque aprendí hace bastante tiempo ya que no soy bueno editando textos. Es que me pasa que, cuando me releo, acabo descartándolo todo o reelaborándolo todo o matizándolo hasta el extremo todo de nuevo. Y acabo aburrido del tema, de las formas, de las ideas y de mi mismo y mi pesadez. A mi me funciona el "aquí te escribo, aquí te mando". No es un afán de superación que ojalá tuviera. Creo que se llama soberbia y presunción, espero que en pequeñas dosis no tóxicas.

Así que lo que pretendo es sacarme esas espinitas de ganas de escribir afiladas a base de PDA y teclado bluetooth, desinfectar un poco los pinchazos con el agua oxigenada del corrector ortográfico (que estoy echando mucho de menos mi eñe y mi tilde al lado de mi meñique derecho en este teclado yankee) cuando llegue a casa por la noche, y ponerme las tiritas insertando alguna fotillo si tercia y dándole al botón de "publicar".

No sé lo que saldrá de estos "experimentos" (en principio y por tu bien, espero que tochos más cortos de los normales). Pero, oye, la verdad es que, hasta ahora, tampoco he sabido nunca cómo iban a cerrar las heridas cuando me ponía delante del teclado para dejar actuar a mi factor de curación.

Son las 7'24 y estoy llegando a la estación. Experimento terminado. Ya me darás informe de resultados.

lunes, 23 de marzo de 2009

Treinta y cuatro

Cuando lo primero que se te viene a la cabeza al pensar en "34" es que son las dos ultimas cifras del número del Reglamento europeo de 2007 que compila en 250 paginas otros 22 Reglamentos que ya te tenías que haber estudiado, es que no hay mucho que decir de la cifra en cuestión, irrelevante donde las haya.

Porque mira que es un número feo... No es primo, no evoca nada, no se te viene a la cabeza de forma espontanea, no tiene un mote para cuando juegas al bingo, nunca pensarías en él para un "te lo do si aciertas el número entre 0 y 50 que tengo en mente..."

No hay (ni habrá jamás) una novela del futuro ambientada en el siglo 34, ni una histórica en el año 34 A.C., ni Sherlock viviría en el 34b de Baker Street, ni se fundaría un imperio entre las 34 colinas junto al Tíber. Nunca oirás hablar de los 34 espartanos en las Termopilas, de la pelea final de la novia contra los 34 maniacos, de la banda de la calle 34, de piratas de los 34 mares buscando cofres llenos de piezas de a 34, de la vuelta al mundo en 34 días o de la chatarra que hizo la Carrera Kessel en menos de 34 parasegundos. Batman nunca tendrá 34 modos de contraataque contra el malo de la UZI (17 desarman al mínimo contacto, 16 matan y 1… duele…). No vendrán 34 millones de naves de ningún planeta Raticulin. Ni habrá que reunir 34.000 dólares para comprar ese Mustang cascadísimo para llevar a la animadora rubia al instituto. No rodaran Rocky 34, ni tendrás sólo 34 balas en el cargador del rifle de pulsos de la USCM mientras bajas en el ascensor en busca de Nut. No habrá un grupo de condenados al patíbulo de 34 miembros en una misión suicida para matar al Führer. Ni disfrutarás una aventura de 34 semanas y media con esa rubia. Nunca serán 34 samurais. No marcaremos cuando sólo falten 34 segundos para acabar la final. Nunca vivirás 34 vidas.

También hay ventajas, quiero ser justo: no hay que cumplir 34 mandamientos; ningún asesino en serie va a llegar a las 34 víctimas; no hay ningún deporte en el que recordar a los 34 componentes de la alineación; no tendrás que trabajar las 34 horas del día; ninguna receta comestible va a tener 34 ingredientes macerando después de 34 minutos de cocción; el capitulo 34 de esa novela coñazo se lee en un santiamén; la mayoría de los muebles de IKEA tienen menos de 34 piezas; no hay mal que aguante a 34 horas de sueño; con 34 euros puedes invitar a tomar algo a casi todo el mundo; hay historias de amor verdadero que duran 34 minutos, horas, días, semanas, años o vidas; nadie te tiene que repetir las cosas 34 veces para que te enteres…

Pero he cumplido los 34 años (el tiempo escapa y las felicitaciones son bienvenidas) y algo tenía que decir sobre la cifra más insulsa del mundo.

Y aunque me siento como cuando tenía solo 33 años, no te voy a mentir en esto:

Ya estoy deseando cumplir los 35.

sábado, 28 de febrero de 2009

Parafraseando: "¿Qué sucedería si...?"

Buenas. Este parafraseo va a pelo, sin explicaciones previas. A ver si adivinas por qué me ha llamado la atención mientras leía una novelita facilona:

<<
Rómulo guardó silencio durante un rato, luego preguntó de nuevo:
-¿Qué sucedería si nos alcanzaran?

Aurelio dudó un instante antes de responder.
-Los peligros se afrontan en el momento en el que se presentan. Augurarlos no hace sino empeorar la situación: el temor aumenta, la amenaza los agiganta a causa de nuestra imaginación. En cambio, cuando uno se encuentra de improviso frente al peligro, nuestra mente moviliza en un instante todos sus recursos, nuestro cuerpo se ve invadido por un poderoso flujo de energía, los latidos del corazón aumentan, los músculos se expanden y se endurecen, el enemigo se convierte en un blanco a batir, a hacer pedazos, a aniquilar...

Rómulo le miró admirado.
-Tú no eres sólo un soldado, Aurelio. Eres también un guerrero...

-Sucede cuando durante años debes vivir en medio de amenazas continuas, de horrores y destrucciones, de matanzas y calamidades, de torturas y servicias. Hay una bestia que duerme en cada uno de nosotros: la guerra la despierta.

-¿Puedo preguntarte una cosa?

-Por supuesto.

-¿En qué piensas cuando estás en silencio durante horas y ni siquiera oyes mis palabras si te digo algo?

¿De veras hago eso?

-Sí. Tal vez mi conversación te aburre o te fastidia.

-No, César, no... Yo trato solo de..., trato de...

-¿De qué?

-De recordar.>>

Valerio Massimo Manfredi

La última legión.
La verdadera historia de Excalibur.

lunes, 23 de febrero de 2009

Oscar

Después de la música y las presentaciones de nominadas se hace el silencio. La presentadora toma aire y pronuncia la frase obligada:

"And the Oscar goes to...

(...sólo se escucha el chasquido del papel del sobre al abrirse y la emoción contenida...)

...¡Pe!"

Y sube la música y estallan los aplausos. Y en la pantalla dividida en sectores se agranda la cara sorprendida y emocionada de la premiada, que abraza a su madre, con las lágrimas al filo del párpado y la boca abierta en un gesto de incredulidad.

Los aplausos llenan el auditorio con un estruendo grave. Y mientras la premiada sube despacio y tambaleante la escalinata del escenario desde su asiento en primera fila, el realizador enfoca de refilón las caras de compromiso y las sonrisas forzadas de las demás nominadas, que aplauden con corrección política y muchas ganas fingidas. La extranjera se lleva la estatuilla.

...yo siempre he pensado que ese espadón y su filo están demasiado cerca de zonas sensibles...

Después de los besos y los abrazos, y del gritito de sorpresa y nervios, Pe empieza a hablar:

“No van a ser 45 segundos, ya os lo puedo decir…
¿Alguien se ha desmayado aquí alguna vez? Porque yo podría ser la primera en hacerlo.
Muchas gracias a la Academia. Quiero compartir esto con mis compañeras nominadas y con las increíbles y grandes virtudes con las que he tenido el privilegio de trabajar en esta ocasión.
Gracias, Aka por confiar en mí para hacer esta preciosa labor, gracias por haber escrito en todos estos años algunos de los papeles para actitudes más grandes. Y no puedo hablar de grandes ocasiones para actitudes sin agradecer a mi amigo Tiempo de Currar haberme hecho parte de tantas de sus aventuras.
Quiero dedicar esto a mis padres, Constancia y Sacrificio, y a mi hermano Tesón y a mi hermana Inteligencia, y a todo el mundo que me ha ayudado desde el principio. Ya sabéis quiénes sois, gracias de corazón.
Crecí en un lugar llamado AkaelMendas, donde llegar aquí no era un sueño muy realista. Y donde, todas las noches de entrega de premios, me quedaba despierta para ver el espectáculo. Y siempre sentí que la ceremonia era un momento de unidad para todo el mundo, porque el trabajo, en cualquiera de sus formas, ha sido y seguirá siendo un lenguaje universal para conseguir metas.
Tengo que decir algo más, a todos los que desde las oficinas y bibliotecas están ahora compartiendo conmigo este momento y sientan que esto es de ellos, se lo dedico. Y a todas la fortalezas de mi estilo. Muchas gracias. Thank you so much”.

La música vuelve a subir, y los aplausos siguen con el homenaje a Pe, a nuestra Perseverancia, que se lleva un Oscar a casa por su brillante actuación durante el tiempo de estudio para la oposición pasada.

Desde la grada, con varios galardones a toda su carrera, le aplaude otra Pe, Pereza, más experimentada y conocida en este mundillo. Con su pose de diva madura, segura y sonriente desde la experiencia y la sabiduría de mil películas y bastantes años como la estrella absoluta de esta industria, la vieja Pe se explica a sí misma el difícil camino que le espera a la premiada los próximos meses, cuando le pidan una actuación mejor cada día en el rodaje de la secuela de este año. Y se pregunta si la aplaudida Perseverancia responderá a las expectativas o se hundirá como pasó con aquella Cabezonería (Ce) tan pizpireta o con la seria Responsabilidad (Re, la llamaban) de hace un par de temporadas

“Disfruta el triunfo, novata”, piensa, “pero no te olvides que el espectáculo debe continuar… y como flojees ahora me volverán a llamar a mi como la protagonista absoluta de la peli, jia, jia, jia...”

sábado, 14 de febrero de 2009

FDC Servicio Público: Consejos para ligar (1)

¡¡Nueva sección, nueva sección!!

En su afán de constante diversificación de contenidos para generar material que supla de algún modo la falta de experimentación en propias carnes que se avecina en mi vida los próximos meses, este blog raro estrena sección. Además de las que más te gustan: sin pies ni cabeza y totalmente alejada de la dinámica del Factor (si es que existe...)

Con esta serie de posts pretendo un objetivo simple pero fundamental: Dar servicio público compartiendo sabiduria y conocimientos. Instruir divirtiendo. Formar y capacitar personalidades para afrontar las vicisitudes y necesidades vitales que puedan surgir en el azaroso paso por la existencia. O, dicho de otra manera, colgar cosas que encuentre en internele sobre cualquier tema que venga un poco a cuento. Y ya... Aprende y disfruta.

Buen día, estudiante.

Hoy es 14 de febrero. Día de San Valentín según el santoral (y de un montón de santos más que luego aprenderemos). Día de los enamorados según el Corte Inglés.

La búsqueda del amor es fundamenal para el mantenimiento de la especie y para la salud mental y física de la población. Por ello, hoy aprenderemos cómo dar los primeros pasos en este azaroso y complicado mundo.

En primer lugar, examinemos este caso práctico del que se pueden extraer valiosas lecciones:


Hemos podido observar claramente los plateamientos clásicos de la conquista: atracción, fingimiento, poder, reconocimiento, violencia, victoria y, en perífrasis, culminación. Un ejemplo aplicable, con unas necesarias adaptaciones, en nuestra época actual.

En segundo lugar, para aquellas personas que necesitan las cosas más claras y, además estén orgullosos de sus orígenes humildes y sus valores un poco chapados a la antigua, he aquí una "hoja de ruta hacia el amor" de corte práctico e instructivo.


La maestría en el uso de la rima, la higiene personal, el dominio del contacto físico, los objetivos claros desde el principio y la erudición relacionada con el santoral. Un maestro entre maestros.

Bien, estudiante, hasta aquí la lección de hoy. Ya conoces las tecnicas para ligar si eres un individuo antigüo, machista, superficial, retrógrado, feo, pendenciero, egoísta y malhablado, como millones de hombres que salen todos los fines de semana y a los que ahora no tienes nada que envidiar por mucho musculito y mechas que luzcan ante las féminas.

La lección de hoy ha terminado. Vete al recreo con tus millones de amiguitos. Hasta el próximo día.

miércoles, 11 de febrero de 2009

Efectista

"Se te ha ido la cabeza con la última entrada. Te lo digo en serio, me parece que se te está yendo de las manos tu blog últimamente..."

Entre eso y el comentario del Cinci sobre mi parecido con Gollum, la sombra de la duda ha sobrevolado mi despejada cabeza. ¿Será verdad?

Pues claro que es verdad. ¿Qué te puedo decir, si tienes toda la razón?... Hace un rato me he dedicado a mirar los cinco últimos textos, y hasta yo me he preocupado por mi estado mental: dos entregas de las 100balas (sospechosamente análogas en el fondo), otras dos de inicio-retonno-regresoalmundoreal y una chorradica insulsa de las que sólo me hace gracia a mi... Pues vaya...

Hala, Emperador, cómo te pasas tú también, pobre chiquillo...

En mi defensa podría alegar que, joder, hay más de un mes de diferencia entre la primera y la última, que como yo le doy vueltas a muchos temas que acabo por no escribir no me había dado cuenta del tonito pseudo-psicológico metaforico subyacente (¿lo cualo?) y que no estoy tan mal como parezco, leches...

En realidad lo que me pasó al escribir (en varias tandas, he de añadir) la entrada de ahí abajo es que fui debil... y me dejé llevar por el efectismo cutrón. Simple y chungo efectismo.

Lo reconozco: Me llamo AKA y soy un efectista. Me pierde usar en mis textos un poquito de epica, grandilocuencia, insinuaciones de violencia contenida y mala leche impostada. Me gusta, me sale fluído de la punta de los dedos, e incluso hay veces que me resulta complicado evitarlo si no estoy atento. Me siento cómodo escribiendo así. Quisiera decir que es una influencia del estilo de guión de Miller, de los diálogos manidos de películas de acción americanas, de las parrafadas prebélicas de algún videojuego, de las hojas de un comic de Garth Ennis o de que es lo que he aprendido en la escuela de la calle. Me gustaría que fuera porque ahora que estoy leyendo a Palahniuk estoy aprendiendo algo de él. Ojalá. Pero me temo que no. No voy a ser así de pretencioso, aunque por dentro me muera de ganas de presumir algún día de algo parecido.

Lo de ayer por ejemplo, como lo de hace un mes, era de la sección de 100 balas. Lo más cercano a la ficción que despacho en esta tienda. Lo malo es que me salió un poco rana, quizá porque llevase demasiado tiempo sin escribir nada. La historia me pedía limpiar la pistola desde hace demasiado tiempo. Lo malo es que quise hacer un contrapunto que a lo mejor se envalentonó de más. Mala suerte. Publicado está, así que esperemos (tú y yo) que la próxima entrega ayude a remontar estas dos últimas. O no, puede que te hayan gustado, que tú también tienes rachas más oscuras y más brillantes. En el fondo no hace falta que me justifique. Vive, escribe y aprende. Hay veces que el factor de curación deja alguna cicatriz visible...

Por otra parte, que este blog es "un poco raro" me lo han dicho ya muchas veces. Demasiadas si tienes en cuenta que me lees tú y un puñado más de desocupaos. Y, ¿sabes una cosa?... Me gusta que me consideres raro por lo que escribo, porque eso me acerca un poquito a ser único. Inigualable en el sentido literal de la palabra, porque a ver quién en sus cabales quisiera parecerse a lo que quiera que parezca que soy... Al final, y perdón por la conclusión interesada, cada vez que me digan "raro" voy a acabar oyendo que me dicen "no hay nadie como tú". Que mi abuela vive demasiado lejos y nunca le haré ascos a que me regalen el oído.


Dale al play y escucha el mensaje principal pensando en mi, por favor.

Y, aunque en el mundo hay gente bruta y astuta, vírgenes, prostitutas y hasta seis mil millones de habitantes, quiero pensar que no hay nadie como el menda.

Lo que no tengo claro a estas alturas es si al mundo le sienta mal o bien esta falta alarmante de gente como yo...

domingo, 8 de febrero de 2009

Mis cien balas: Limpieza (7)

Parece mentira cómo pasa el tiempo... Es hora de que lo haga, que llevo demasiados retrasos ya.

Los chismes estos no me han salido tan caros como me temía, porque no venden cepillos con púas de hierro ni aceite lubricante mineral en el Mercadona precisamente. Ya está todo encima de la toallita blanca, limpio y ordenado...

Por supuesto, siempre estaba en mi mente empezar de nuevo, pero me refrenaba en el último momento. Siempe surgía algo, más o menos inoportuno, que me valía de excusa para no volver a empezar, para dejarlo para mañana. Tranquilo, que hay tiempo de sobra.

Primero, quitar el cargador y la bala de la recámara, que estas cosas las dispara el diablo. Y comprobar con el dedito que está vacía con cuidado de que no se suelte la corredera y haga pupita en el dedo. Bien. Se tira de la corredera hasta el tope, se suelta un poquito para poder presionar el retén de un lado y se saca del otro, y ya sin retén se desliza hacia delante hasta que chasque el muelle recuperador. Veremos si no me salto un ojo...

Pero el día a día me ha ido dando toquecitos sutiles últimamente. Y contínuamente. Pequeños recordatorios cotidianos y constantes de la falta que me hacía retomar esto. Por necesidad. Por salud mental. Por cordura.

Vale, ya está el cuerpo de la pistola por un lado y la corredera con el cañón por otro. Se saca el muelle recuperador y su guía con la corredera panza arriba, y lo mismo con el cañón. Ta-chan. Ni se me ocurre desmontar nada más allá, que luego seguro que me sobran piezas al montarla de nuevo. Ahora a limpiar.

"No me impresiona. Mis construcciones de TENTE tenían más piezas..."

Cuando te dejas llevar, te arrastra la corriente. Es normal, nos pasa a todos. Es cómodo flotar indolente, sin hacer más esfuerzo que tener la cabeza fuera y sin más molestia que las salpicaduras en los ojos cuando el agua acelera. Suave flotar en la corriente. Lo más fácil.

Es curioso cómo se adhieren las particulillas de metal en los bordes del riel de la corredera. ¿De dónde saldrán que está el cuerpo de la pistola lleno? Supongo que son restos de casquillo, plomo y polvo que se aglutinan con el aceite y se van acumulando. Y se pegan como lapas al metal liso. El cañón es lo fácil, una baqueta y un trapito fino y sería capaz de verle las estrías balísticas si las tuviera. Un frote a la aguja percutora y listo. Limpita y reluciente.

Pero cuando te duermes en la corriente acabas muy lejos de donde te metiste en el agua. Y hay que volver andando y cuesta arriba, porque no estoy hecho para remontar la corriente nadando como un salmón ni tengo suficientes fuerzas para intentarlo. Y andar cuesta arriba cansa. Y estar cansado molesta. Y estando molesto es más fácil darse cuenta que el color del mundo no es rosa ni verde esperanza, ¿verdad?

Se coloca el cañón en su sitio, un poco de aceite lubricante al muelle y a las guías de la corredera y se vuelven a ensamblar las dos partes, cuidando que el muelle de recuperación se quede centrado en su sitio y que el conjunto deslice bien desde el martillo hasta el tope del cañón. Suave y silencioso, perfecto. Se comprueba que el retén del casquillo queda donde debe con la corredera en sus dos posiciones principales, no vayamos a tener sorpresas raras luego.

El mundo es tirando a feo. Pero gran parte del tiempo decido, más o menos inconscientemente, ignorarlo. Mi burbuja es controlable y lo suficientemente pequeña para que sea manejable. Los altibajos no son para tanto, ni la rompen ni la fortalecen. Y los picos y bordes afilados del mundo que hay fuera se ven suficientemente borrosos para acusar el peligro de pincharse y cortarse.

Se colocan los retenes de la corredera, se la suelta y ¡clatch! Pistola montada. Adentro el cargador, que se desliza sin un mal roce ni un leve ruido. Click. ¡Cla-chack! Bala a la recámara. Seguro puesto y a la sobaquera. Estoy listo.

Estoy de vuelta. Cansado y un poco cabreado, la mejor disposición para hacer lo que haya que hacer. Además me quedan 87 balas irrastreables y un factor de curación que me mantedrá con vida. Y siempre habrá tantos entuertos que desfacer. Tantas lecciones que dar. Tanto gilipollas...

...y tan pocas balas.


domingo, 18 de enero de 2009

Pong

A ver, tira la primera piedra si tú no has jugado nunca a este hito de la historia videojueguil.

Nadal vs. Federer... Empieza la evolución hacia el fotorrealismo en los videojuegos.

Aunque no hacía falta darme la pedrada precísamente a mí, veo que tengo que escribir dos líneas para explicarte que el Pong fue el primer cacharrito que se podía conectar a una televisión doméstica para simular (siendo generosos e imaginativos) un partido de ping-pong entre dos personas, representadas como sendos palotes, que se afanaban en devolver al campo contrario una pelota de forma cuadrada, que cada vez iba más rápido la malandrina, para ganar los correspondientes puntos cuando el otro palote fallaba.

Mucho después de que saliera en 1972 (¿15 años después es demasiado?), en mi casa hubo una versión mejorada del juego, que incluía colores distintos para los jugadores (rojo y azul básicos), la pelota (amarillo tenis) y los puntitos que delimitaban el campo y las puntuaciones (verde fósforo, por supuesto). También fue la primera consola que tuvimos mis hermanos y yo, regalada por unos primos generosos y ya un poco mayores para los jueguecicos. La revolución.

Personalmente no puedo criticar esos gráficazos, porque están muy cerca de mi mejor estilo esquemático de dibujo (yo aún pinto personas que consisten en este palote, cuatro rayicas para pies y manos, y un punto gordo como cabeza). Lo que sí te aseguro es que era mortalmente aburrido y bastante frustrante cuando la jodía bola empezaba a acelerar y no dabas a basto a girar la ruedecita del mando. Claro, que a lo mejor si hubiese ganado más a menudo a mis hermanos lo hubiera disrutado más, pero bueno. Un hito es un hito, y el gusanillo de interactuar con mundos imaginarios con una pantalla delante aún lo tengo dentro. Larga vida al Pong (pero a mi dame un Lancer con motosierra del Gears of War, por supuesto).

Hoy me acuerdo del Pong porque a partir de mañana transmuto en pelota cuadrada humana en un trayecto infinito de ida y vuelta y rebote entre CiudadCalifa y CiudadCapital. Todos los días me levantaré antes del alba y volveré lo antes posible a casa, para volver a hacer el trayecto al día siguiente y al día siguiente y hasta el día en el que se le acabe la baja maternal a la persona que voy a sustituir. Ave arriba y ave abajo, entre dos tierras distintas, en movimiento constante.

Es mi primer cambio gordo del año y aún estoy ilusionado como cuando enchufamos por primera vez el Pong a nuestra Telefunken. Sólo espero que esa sensación dure mucho y que no se haga tan pesado como era aquel juego después de unas cuantas partidas seguidas. Y que los palotes me traten lo mejor posible y que no se me quede la cara cuadrada de la pelota del Pong cuando los choques y rebotes con las paredes y jugadores se conviertan en rutina monótona y cansina.

Aunque quién sabe... Lo mismo la cosa evoluciona bien y dentro de poco estoy peloteando en el Outlaw Tennis entre la rubia y la morena estas, jejeje...

"...¿así que ATP no significa Asociación de Tetistas Profesionales?... Pues vaya..."

Empecemos con el primer set. Servicio para Mrs. CiudadCalifa...

martes, 13 de enero de 2009

Parafraseando: Martes y trece (1)

Mi mente es extraña y sorprendente, sobre todo para mí mismo. Guarda en su interior, como Diógenes, montones de basura y tesoros que se acumulan y almacenan sin un orden que yo pueda entender, pero los recuerdos y la información están ahí, agazapados mientras esperan la ocasión para aflorar a la superficie.

Hoy es día 13 de enero, y es martes. Y cuando he caído en la cuenta y se me han juntado las palabras en mi cabeza ("martes y trece") ha saltado a mi boca, como un resorte, el verso de La Venganza de Don Mendo.

Es algo que me ocurre de vez en cuando y que creo que no quiero evitar, porque me encanta recuperar recuerdos. Me pasa constantemente con las letrillas de carnavales (la última vez memorable, en pleno British Museum), con las imágenes concretas de los cómics o con alguna referencia de un libro. Por eso hoy empiezo una sección nueva, una excusa estupenda para compartir contigo, via Blog, estas jugaditas que me hace mi cabeza. Todo sea por el Factor, por tí, por mí y por todos mis compañeros, y por mí el primero.

Espero que te guste la primera entrada de "parafraseando" que te pongo hoy. Dejemos hablar a Don Mendo cautivo...

<<
Ya amanece. Por esa claraboya
las luces del crepúsculo atalayo
pronto entrará del sol el puro rayo
que a las sombras arrolla
y en bienestar convierte mi desmayo
.
Por la claraboya entre triunfante un rayo de sol
¡Sí!
Levantándose

¡Ya el rayo destella!...
¡Ya mi prisión se enjoya de luz bella!...
¡Ya soy dueño de mí! ¡Ya bien me hallo!...

Canta un gallo dentro, lejos.
¡Ya trina el ruiseñor! ¡Ya canta el gallo!
Pausa
¡Trece de mayo ya!... ¡Quién lo diría!
Llevo en esta prisión un mes y un día,
sin por nadie saber lo que acontece...

Estremeciéndose.
¡Y hoy es martes, gran Dios!... ¡Martes y trece!...
¿Por qué el terror invade el alma mía?
¿Por qué me inspira un miedo extraordinario
esa cifra, ¡ay de mí!, del calendario?

Como loco.
¡Ah, no, cifra fatal! No humillaréis
el valor de Don Mendo; no podréis;
todos iguales para mí seréis...
¡Trece, catorce, quince y dieciséis!

Pausa
¿Moriré sin venganza? ¡Cielos! ¡Nunca!
Ha de morir la que mi vida trunca
y morirá a mis manos... Mas, ¿qué exclamo?
¿Cómo podré matalla si aún la amo?
Acaso por salvarse aquella noche
aceptó del de Toro sin reproche
el amor y la fe y el galanteo...
Mas aquel "Pero mío", aquel sobeo
delante de mi faz, estuvo feo;
porque él llegó a palpalla,
que yo lo ví con estos ojos, ¡ay!,
y ella debió oponerse, ¡qué caray!,
al ver lo que yo hacía por salvalla
.>>

Pedro Muñoz Seca
La Venganza de Don Mendo

martes, 6 de enero de 2009

Cero Nueve

Bienvenidos a un dos mil nueve ya empezado, con el primer mordisquito irreal que suponen los días festivos después de los festivos gordos de navidad. Según a quién le prestes atención, este año va a ser el Apocalipsis con sus jinetes o va a ser el inicio de una recuperación económica, social y moral gloriosa para el mundo y sus habitantes... Lástima que yo no esté prestando demasiada atención por el momento.

Mi año nuevo ha empezado con atracones de comida y tos febril, aunque no lo interpreto como un mal presagio. Fiestas y virus son los responsables, no son más que efectos de unas determinadas causas. Igual que los kilos que tengo de más, las agujetas en el lomo después de un partido de squash con Cheersmate, o la resaca de varias ginebras bebidas en ayunas.

No voy a hacerte ninguna predicción de lo que depara el año nuevo porque no soy un augur ni un analista. Mi horizonte de predicción no va más allá de un par de días a lo sumo. Tampoco pretendo sentar cátedra o dármelas de entendido. No sé ni cómo me va a ir la guerra ni a mí mismo, así que no sé cómo te voy a contar cómo me está yendo el año...

"...q'el futuro es mu oscuro, q'el futuro es mu oscuro..."

Sí tengo claro que vienen curvas. Mi vida cambia por narices, porque el asfalto del año pasado se ha acabado y entro en carril sin asfaltar, que es mucho más divertido y emocionante, aunque tengo que aprender a controlar los derrapes si no quiero acabar visitando el fondo de un barranco. Pero por ahora estoy encantado, la verdad. Ya sabes cómo me gusta meterme en los charcos de barro y salpicar.

Dentro de un año, cuando vayamos a por el diez con la perspectiva de haber desgastado el año nueve a base de tiempo, esfuerzo y sudor, podré hacer balance contigo y podré confirmar el desastre o la gloria.

Hoy sólo me preocupa cuánto tengo que tirar de freno de mano para cruzar el coche y salir disparado de la primera curva de barro del año.

Estooo... ¿alguien para ayudarme a lavar el coche después?...

Feliz cero nueve...

jueves, 1 de enero de 2009

Mis cien balas: Desencadenado (5)

Que esté ya decidido no lo hace mucho más fácil, aunque yo pensaba que sí. Es un mal momento para que entren las dudas y los temblores en la mano que empuña la pistola, ¿no crees?

Así que tranquilo. Respira hondo un par de veces y vuelve a apuntar. Abajo y en diagonal. Olvida que detrás del metal oxidado del grillete está tu tobillo. Recuerda los cientos de veces que lo has visto hacer en malas películas y deja de se vaya la rigidez del hombro y el codo antes de apretar el gatillo.

Trata de olvidarte de la posibilidad de volarte el pie pensando en que fuiste tú mismo el que ajustó los cerrojos de metal para no poder andar y no mover las manos demasiado. Y no me valen las excusas de "me estaban obligando" o "en realidad, yo no quería hacerlo". Asume que estás aquí encerrado y encadenado porque no te resististe demasiado a las órdenes de la rutina comodona que ha regido tu destino los últimos meses.

"...sí, sí, lo reconozco por cómo le huelen los pies..."

Fui débil y conformista. Aunque durante este tiempo he comido, dormido y trabajado con comodidad, ni me he alimentado bien, ni he descansado realmente ni estoy más cerca de ninguna meta profesional o personal que entonces. Se vive tranquilito en el limbo, la verdad. Pero ya basta.

Después de disparar a la cadena del pie, podré moverme lo suficiente para colocar la cadena de los grilletes de las muñecas en el suelo, con un ángulo adecuado para romperla de un balazo sin volarme los sesos con el rebote de la bala. Supongo que el tirón será fuerte, pero ya no me preocupan las cicatrices de las muñecas. Factor de curación, jejeje. Además hace demasiado tiempo desde el último intento de quitármelas a tirones, por lo que ya ni sangran ni duelen. Tampoco es que las heridas de esos intentos de romper las esposas fueran muy profundas, claro. Creo que el subconsciente sólo quería librarme de la responsabilidad moral de no haber intentado escapar por lo menos una vez...

Venga, respira. Tienes todo el tiempo por delante a partir de que descerrajes la puerta esa de un tiro. Como si fuera año nuevo, podré hacer todos los buenos propósitos que quiera. Desde conquistar el mundo a desperdiciar miserablemente mi tiempo, cualquier cosa es mejor que la indolencia de dejar que se escurran las horas sin pena ni dolor ni gloria. Saldré para recuperar la libertad de decidir, de buscar objetivos, de esforzarme, de divertirme, de pasar las de Caín o de perder la vergüenza. Revivir, al fin y al cabo. Siempre que no termine con unos gramos de plomo en el cuerpo, claro...

Hala, el momento ha llegado. Crom, cuenta los muertos. Alea jacta est. Al carajo. Ahora o nunca.

¡¡BLAM!!

La reacción del grillete al golpe de la bala en el cierre es una herida en el tobillo por el otro lado. Pero se curará. Mi pie sigue entero y la cadena anclada en la pared hecha polvo. Sigue ahora que estás vivo y en racha, chaval...

¡¡BLAM!!

El disparo ha dado menos miedo, pero me voy con unas bonitos eslabones colgando de cada muñeca. Muñequeras Heavy-metal. Mola. Ya me las quitaré más adelante. Vámonos de aquí de una vez....

¡¡BLAM!!

Desde tres metros, este chisme hace unos agujeros curiosos. Ha quedado uno gordo dónde antes estaba la cerradura, desde luego. Y el sonido rasposo de la corredera al volver a su sitio me recuerda que la pistola está deseando encasquillarse otra vez porque nunca la he limpiado en condiciones.

Pero ahora me tengo que ir, que las puertas del mundo, del cielo y del infierno se me han abierto y me siento como un heroe espartano encargado del trabajo sucio de algunos dioses del olimpo.

"...doctor, que me ha salío una roncha colorá por toa la espalda y los brazos,
y no se imagina lo que tengo que hacer pa' rascármela..."


Hala, ya me podéis soltar a los monstruos... que hoy he gastado tres de mis cien balas irrastreables. Me quedan 87.