miércoles, 18 de julio de 2007

Mis cien balas: Bautismo de fuego (1)

Fue un sábado por la mañana. Después de un sueño inquieto y acalorado en una cama prestada, la resaca pugnaba fieramente para hacerse con el control de mi mente y cuerpo. Iba a ser un día muy largo, pero por lo menos había dormido lo suficiente.

Al menos eso es lo que entre latido y latido de mi sien, que sentía amplificados y dolorosos como agujas al rojo, deduje por la cantidad enorme de luz que entraba por la ventana entreabierta. Pero al mirar la hora me dí cuenta que desde que me rendí sobre las sábanas habían pasado escasamente cuatro horas.

Mi cabeza tardó en relacionar el dato temporal y ponerse de mal humor una fracción de segundo escasa, entre los picos de dolor agudo que el alcohol acumulado (o la pérdida de costumbre de acumularlo)se complacía en aplicar.

Al siguiente segundo, tenía todos los músculos en tensión mientras me aplastaba contra el suelo como si fuera una trinchera. En la calle, una ametralladora pesada parecía haber empezado a hablar.

Ta-ta-ta-ta-ta-ta. El tableteo era siniestro e insistente como el de los cañones antiaéreos, pero no se escuchaban sirenas de bombardeo. La calle, a las 8 de la mañana, sonaba como debería sonar un sábado post-fiestero cualquiera. Pero el percutor seguía disparando sus ráfagas, descansando seguramente para cambiar la cinta de munición. Ta-ta-ta-ta-ta-ta.

En el segundo +3 desde mi despertar lo conseguí comprender todo: Era una retroexcavadora del demonio con cabeza percutora destrozando la calle en una obra vecina. Supongo que no soy muy ágil de mente con resaca, no...
Como esta, aunque juraría que la de aquel día tenía colmillos y garras supurantes...

Te aseguro que lo intenté todo: traté de cerrar la ventana, me escondí debajo de la almohada, me tapé los oídos con los dedos, intenté anular las ondas de sonido con telekinesis, diseñé mentalmente una campana de silencio como las de Maxwell Smart, supliqué a Thor que la fulminara con un rayo...

Todo fue inútil, así que me iba a librar de la tortura contra mi cabeza resacosa por mis medios y a mi estilo. Iba a estrenar mi pistola con el responsable. No me cupo duda de que merecía una bala, y yo tenía 100 para gastar...

Me vestí rápido. Abrí el doble fondo de la maleta. Empuñé mi arma mientras deslizaba un cargador en la culata. ¡Cla-Chlack!. Puse el seguro y me descolgué al patio por la ventana. Mi expresión reflejaba bien mi ánimo, era una mezcla de intenso dolor de cabeza y justa indignación ciudadana.

Cuando empecé a cruzar a zancadas el descampado, que aún era la pista polideportiva de un colegio ya demolido, el obrero se bajó de la cabina sin detener el motor. A mitad de camino yo ya tenía la pistola en la mano y la determinación empezaba a tensar el brazo por mi. Tres pasos más allá, apunte y apreté el gatillo.

¡¡BLAM!!

Un gran chorro de sangre caliente, espesa y negra como el asfalto me salpicó la camiseta. El retroceso casi me disloca la muñeca y además el disparo se había desviado mucho. La bala había partido el tubo hidráulico justo en la salida de la bomba y el fluído se desparramaba a alta presión por el suelo del solar. Yo apuntaba a la cabeza de la herramienta. El conductor estaba silencioso y aterrado, blanco como las nubes. El ruido había parado al fin. Escuchaba sólo el silencio y los latidos de mis sienes.

Mi bautismo de fuego.

No sé cómo alcancé la cama de nuevo porque un dolor sólido y constante en mi cabeza que nublaba la vista y los recuerdos, aunque me acuerdo que estuve esperando un rato la visita de una patrulla de policía que nunca llegó. Al fin y al cabo, había hecho una buena obra social, ¿no?

He gastado una de mis cien balas irrastreables. Me quedan 99.

3 comentarios:

El Tete dijo...

Uf!

La de taxistas, autobuseros y conductores imprudentes que yo me hubiera cargado así en Madrid y Barcelona...

Marnie dijo...

Nen, unos earplugs y listo! yo ya no me despego de ellos, en Córdoba, en Cái, donde sea, no viajes sin ellos, te salvarán la mala leche!

Cincibastro dijo...

Pues te podias venir por casa con tu pistola y tus 99 balas restantes y parar a base de tiros "la catedral" que construyen enfrente.