jueves, 5 de julio de 2007

Mis 100 balas (cap. 0)

Era un tipo extraño en aquel vagón de metro casi vacío. Traje oscuro impecable, corbata negra y gafitas de sol redondas, de esas que ya le quedaban ridículas a John Lennon. Cincuenta y tantos, arrugado como una llanura desértica, rapado militar para un pelo ya blanco, con la sonrisilla burlona del que contempla la vida por encima del bien y del mal. No dudó. Vino derecho a sentarse a mi lado cuando tenía mil asientos vacíos y aislados sólo para él. Llevaba un maletín. Mi maletín.

Dr. Manhattan meets camarada propagandista Vassilii Vodkayenko

"Con el sitio que hay y el calor que hace, no se ha podido sentar en otro sitio", pensé. Y tres paradas antes de la mía y a pesar de que el sólo del 'Thunderstruck' atronaba en mis oídos, me dijo algo. Tirón del auricular de su lado. "¿Perdone?"...

"Decía que hay que ver cómo es la vida. Cuando menos lo esperas y mejor crees que estás, llegan los problemas."

"Bueno, no siempre. Tampoco es para tanto, ¿no?..." - traté de seguirle la corriente mientras me levantaba pensando en que mejor me bajaba ya aunque me costara andar un rato, así me libraba de él.

Pero él me dió pocas opciones, porque arrancó a hablar otra vez. "No hace falta que quedes bien conmigo. La vida es tan perra contigo como con cualquiera. No tiene piedad, ni se cuida de qué le pasa a cada uno, es dura e inflexible en cuanto te despistas un poquito." Estaba a medio incorporar y él no hacía ni siquiera amago de moverse para dejarme salir. "Pero eso lo sabes de primera mano... ¿verdad AKA?..."

Me miraba por encima de las gafitas cuando dijo aquella frase que me dejó petrificado en el gesto de incorporarme y con la mandíbula desencajada. La sonrisilla burlona era ahora más amplia. Le estaba encantando dejarme en shock.

Cuando me senté de nuevo, mirándolo con gesto desconcertado y los ojos muy abiertos me soltó: "No. No me conoces. Pero yo sí te conozco a tí. Conozco tu nombre completo, tu edad, tu vida actual y todos los tumbos que has dado en la vida. Bienvenido al mundo. Me llamo Graves. Agente Graves. "

No era poli, pero me relató todos mis pasos. Todas mis traiciones. Todos mis errores. Todas mis decisiones equivocadas. Se sabía mi historia de arriba a abajo. Cuando acabó, cuando mi estómago era un enorme agujero negro que absorbía todos mis nervios, miedos y desconciertos, me colocó el maletín en las rodillas.

"En el maletín hay una pistola y cien balas. Todo ilocalizable, todo tuyo. Haz con ello lo que quieras. Si actúas siguiendo tu criterio, tendrás carta blanca."

"Y eso, ¿qué significa?" - pude articular cuando recuperé la voz del fondo del agujero de mis tripas.

"Me he asegurado de que ninguna fuerza del orden pueda hacerte nada. Si usas métodos expediticos, la investigación acabará en cuanto se recuperen esas balas."

El fuerte latido en mis sienes no me dejó escuchar bien su advertencia de despedida. Por encima de sus gafitas y con su sonrisilla burlona, con un puntito de crueldad de Joker esta vez, lo oí susurrar algo que podría tener "...graves consecuencias si alguien llega a saber esto." Luego salió del vagón y me dejó empapado en sudor, sólo con un maletín. Mi maletín.

Así que ahora, después de que mi cabeza haya intentado imaginar un por qué no menos de mil veces sin resultado, tengo delante una pistola negra mate, sorprendentemente ligera, y cuatro cargadores por rellenar.

Y cien balas irrastreables.

No tengo instrucciones ni sobres repletos de pruebas que me digan dónde están los malos. Afortunadamente, no tengo peor enemigo que yo mismo. Pero tengo cien oportunidades de, cuando me encuentre a mis demonios, marcar una diferencia en forma de disparo. Cien oportunidades de defender aquello que me importa y de proteger a aquellos a los que quiero.

Cargar, apuntar, apretar el gatillo, ¡¡BLAM!!...


Ojalá nunca me hagan falta toda esta munición, pero la usaré cuando crea que debo hacerlo. Disparos a la rodilla en principio, porque no soy un asesino y sé por experiencia que pocas cosas hay peores que una rodilla destrozada de por vida, jejeje...

Así que, a partir de ahora, usaré estas balas de punta hueca cuando sea necesario. Son irrasteables, no tengo qué temer que no sea mi falta de criterio al escoger objetivo y disparar. Supongo que habrá veces que sólo con una bala sea suficiente y otras que la ocasión haga que vacíe el cargador. Ya te contaré. Estoy listo y si cuentas la que está entrando en la recámara, me quedan 100...

¡CLA-CHLACK!

2 comentarios:

Unknown dijo...

Buenas días AKA:

Interesante el cap.0, tengo que reconocer que me ha dejado pensando........que haría yo con 100 balas como las tuyas........ ummmm.............pobres jefes jeje.

Saludos y buen finde.

Cincibastro dijo...

Buenó!

Vaya peazo de entrada que te has marcado! A ver que escribimos los demás para estar a la altura.

En fin, supongo que en futuras entregas sabremos a quién le vas a dedicar la primera bala?