lunes, 24 de septiembre de 2007

Deja de buscarla

...Sshhhh... Tranqui, no te preocupes que está todo controlado, ya puedes dejar de buscarla, no hace falta que la llames a voces. No hagas ruido revolviendo cielo y tierra para encontrarla... Está aquí conmigo, ssshhhh...

¡¡¡Vete a dormir a la cama, que si te quedas en el sofá te vas a levantar mañana como una alcayata!!!...

No está muerta, ni enfadada, ni herida, ni aburrida. Sólo está muy cansada y se ha quedado dormida.

Lo que le ha ocurrido es que ha estado abducida en un huracán de actividad laboral, muy ocupada a lo largo de toda la semana pasada. Retomando temas pendientes. Vinculando conceptos que tenía un poco oxidados. Demostrando, una vez más, lo buena que es en su trabajo cuando está motivada y le dan cancha para lucirse. Ahora, después del largo zafarrancho, está disfrutando el feliz sueño que nace de la tranquilidad del deber cumplido y del orgullo de lo bien hecho.

Mi creatividad está descansando merecidamente, reúne fuerzas para volver contigo.

...quieras o no... jejejeje...

sábado, 15 de septiembre de 2007

Examen de arte

Felicítame.

Ya soy un aikidoka de 4º kyu.

Y sigo trabajando para llegar pronto a 3º.

Por tu apoyo, antes y ahora: domo arigato.

jueves, 13 de septiembre de 2007

Mis cien balas: Silencio (3)

Jejejejejejejeje...

Me he comprado un silenciador. Y ya lo he estrenado...

Negro mate, ligero y con "agujeros de velocidad".
Y por la mañana te puedes beber el colacao como si fuera una pajita...


Ha merecido la pena. Aunque reconozco que ha sido una locura.

El viaje de cinco horas de ida y otras cinco de vuelta ha sido una paliza considerable.
La soledad de la carretera, conduciendo de noche, ha sido una prueba para mi mermada cordura.
La entrada en la reventa ha sido prohibitivamente cara y dificilísima de encontrar.
Soportar con la cazadora puesta toda la primera parte, mientras saltaba y gritaba, ha sido como llevar una sauna portátil adosada y funcionando.
Pasarme más de 6 minutos lavándome las manos en el baño del Palacio de los Deportes hasta quedarme solo, ha sido una prueba de templanza digna de un inspector de soldaduras en una instalación nuclear.
Comprobar lentamente el engrase de la corredera, el cargador lleno, el deslizar del seguro y el equilibrado de la pistola mientras escuchaba la alegría histérica que ha sido el tercer cuarto del partido contra Alemania, ha sido una sensación de irrealidad especial...

Pero cuando ha llegado el momento, estaba extrañamente calmado.

¡Cla-chlack!

Sólo tengo que bajar despacio por el pasillo de la tribuna, esperando que la apisonadora de rojo, liderada por ese tío con barba que parece enanito entre torres de músculos, haga lo que mejor sabe hacer: machacar a los pobres rivales que le tocan. Ahí van al contraataque. Es el momento.

¡¡FFFPPPTTT!!
(cómo mola el silenciador)

"¡¡¡Ra-ta-ta-ta-ta-ta-ta-ta-taaaaggggghhhhh!!!"... y silencio....

"Me pongo los casquitos vintage para que no me confundan con el balón. ¡Jugón!"

Un disparo a bocajarro en el cuello, con el cañon casi tocando la piel. La sangre, tan discreta, empapa oscureciendo una pajarita de colores chillones. Ya no va a retransmitir a voces ningún partido más, ni del Eurobasket ni de la Liga.

Ni siquiera las montañas humanas que son Iturriaga y Epi, sentados a su lado, se han enterado. Y nadie ha echado de menos escuchar el alarido diciéndo "triiiiiiii-pleeeeeee" de Don Andrés Montes después de un tiro de Rudy Fernández. Es más, juraría que los he visto sonreír de medio lado mientras seguían comentando, aunque es difícil asegurarlo porque ya estaba enfilando la salida entre el rugido de la grada.

Vivirá, por supuesto. Para eso llevo una semana y media estudiando la anatomía del cuello, buscando un ángulo y una trayectoria para hacerle un boquete a la altura de las cuerdas vocales sin arrancárselas y sin tocarle la tráquea, el esternomastoideo, las vértebras, la glándula tiroidea, la carótida o algún ganglio importante. Sólo faringe y laringe. Por eso tenía que ser a bocajarro, para no fallar al tener retrocesos raros. Y, zas, locutor mudo, no muerto. En un año, recuperado. Si es que soy bueno en esto, leches. Aunque reconozco que he tenido que tener una cantidad indecente de suerte hoy, porque si no, cadaver.

Y sí. Sé que ha sido una locura. Pero he logrado una semifinal y una final de Eurobasket sin su narración histriónica y sin Toro XL (o como se llame el mejunje ese que anuncia). Así que sé que ha merecido la pena... ¿a que sí?...

He gastado una de mis cien balas irrastreables. Me quedan 94.

Las reglas del deporte-Filosofía de peluche (4)

Vaaaale. Si haces click en la imagen, ¡¡crece!!

A lo mejor esta es la razón por la que mi inconsciente evita la mayoría de los deportes de equipo (en firme alianza con mi rodilla izquierda anti-futbolera).

A lo mejor esta es la razón por la que muchos días me despierto con el cansancio de tres meses de instrucción y la sensación apagada que volveré a casa vendado en una camilla.

Aunque, por supuesto, sigo jugando con compañeros de equipo siempre que puedo y sigo sintiéndome orgulloso de mi mismo cuando me comporto como un buen soldado en el frente laboral, sobre todo en ofensivas como la que empezó ayer. Y, al menos, me pagan.

Además, jeje, tengo factor de curación. Ni me asustan las lesiones ni las heridas de metralla.

viernes, 7 de septiembre de 2007

La bella y graciosa moza...

Hace ya mucho tiempo que conocí a esta bella y graciosa moza.

No recuerdo bien el momento, pero yo no era más que un chavalito, uno de esos que son más ingenuos y tímidos de lo recomendable para su edad. Un día cualquiera, alguien me habló de ella y sus compañeras de forma casual. Inmediatamente me interesé, porque resultó que yo ya conocía a parte de su familia desde hacía un tiempo (gracias a mi mami) y eran increíbles, así que hice lo posible por conocerla. Cuando llegó el día, y a pesar de que al principio no entendía bien sus risas sin motivo, capturó mi atención desde que escuché su historia completa, incluso a pesar de que estaba oyendo muchas buenas historias aquella tarde. Me encantó su candor, su actitud hacendosa y cumplidora, su forma de cantar alegremente, su velocidad y destreza aferrando a su mascota huida... Y por eso mismo me cayó gordo gordo el tipo de altivo porte que la pretendía...

Llevo con ella mucho tiempo y me ha hecho pasar muy buenos ratos muchas veces. Siempre me hace reír, casi como el primer día incluso a pesar de conocer su historia de memoria. Y sigue siendo tan bella y graciosa como siempre ha sido mientras lava la ropa en el arroyuelo.

Deja que te la presente:


Tiene muchas hermanas y todas merecen la pena. Porque sus padres son genios. Son los únicos artistas por los que he sido capaz de esperar (dos veces dos) unas 6 horas de cola delante de la taquilla de un teatro y son los únicos que estando en un escenario han hecho que mi padre se preocupara por mi porque no era capaz de respirar en medio de un ataque de risa. Son los que transforman en fans irredentos al 90% del público que tiene la suerte de verlos en directo. Un vicio para viciosos profesionales como Xtremo y Lunita. Una cura natural e inteligente a la bajeza de ánimo y la apatía vital.

Por eso siempre que me apetece reírme un ratito y tiro de clásicos, como esta tarde, recurro a ellos.

¡¡Larga vida a Les Luthiers!!

(Por cierto, nota anecdótica. Ahora mismo juraría que quien me la presentó fue el mismísimo Tete en una cinta de cromo de 90 que se oía de pena, grabación de grabación de grabación hasta el infinito. Lo que sí recuerdo claramente es que era la última de la cara A. ¿Es curioso o no es curioso esto de la memoria selectiva?...)

miércoles, 5 de septiembre de 2007

9 samurais

(Nota previa: Te aviso. Esto es un tochaco de texto, lo sé, pero tiene que ser así. Sé que me lo perdonas porque sé que lo comprendes... Es un homenaje. Pero conste que te he avisado)

Aunque el título "7 SAMURAIS" pueda ser más adecuado por lo canónico (muchos referentes culturales y subculturales) y lo simbólico de la cifra(que abruma), no me queda más remedio que aumentar el cupo para dar cabida a ese grupito de españoles y española que se comportaba casi casi como una familia a un par de miles de kilómetros de casa.

Porque éramos 9 samurais.

"A ver, el gigantón ese, Angie o como sea...
¡¡Apártate un poco que estás tapando al chiquitín de la barba y al calvo, leeeeches!!..."

Nueve guerreros. Nueve samurais:
Ángel, nuestro Kanbei, soldado nato, enorme y jovial, representante directo de Rafa Sensei, protector y conductor de la pequeña masa vociferante que éramos. Suyas eran las historias (todas verídicas y con moraleja... ejem...) que nos hacían atronar con carcajadas la silenciosa noche francesa. Suyas las miradas atentas (y a ratos juraría que orgullosas) a su tropa. Y también la recopilación detallada de las crónicas de los combates librados, para seguir aprendiendo en adelante.

Marco, luchador y poeta, cocinero y explorador, libre y buscavidas. El único veterano en este campo de batalla. El que llegaba el primero al dojo, a las duchas, a las conversaciones, al solecito, a la lectura, a la nevera, a las risas y los bailes. Y muchas veces también se iba el último. Perfeccionando su arte con un espíritu marcial ejemplar, y enseñando cómo usar la inteligencia pícara de un conseguidor nato.

Antonio Zamora, un guerrero hecho con una mezcla uniforme, explosiva y viviente entre pasión por el aikido, experiencia en el tatami, fuerza mental y física bien dirigidas, ilusión por aprender de los grandes y transmitir lo aprendido, y disfrute sincero de una experiencia nueva, completa y motivante para él y para todos los que la vivimos. Daba gusto verlo saborearlo todo, desde las comidas a las caídas. Mi maestro y amigo, allí y en casa.

Paco, un samurai filósofo, concienzudo y paciente en el estudio de las formas y las motivaciones, preocupado por lograr una integración completa con el ambiente(en idioma, formas, actitudes...), pergeñando a ratos perdidos un arte marcial para la paz mediante la vida de Kojo en un cruce de caminos cualquiera. Suministrador de cultura, calma y confidencias a media luz. Y gaditano además...

El "tito" Antonio, que como el Gorobei de la película era el guerrero con más experiencia en la vida del grupo pero que conservaba y transmitía "perfectamente" la actitud ilusionada propia de un niño que está empezando a andar. Siempre preocupado de acompañar a los aún rezagados y siempre aportando sus ganas ejemplares y su ingenio constante para remontar ataques de vértigo en altas pendientes. Dando envidia sana de sueños cumplidos y de energía interior.

Miguel, nuestro niño, arropado por un grupo de personas muy diferentes a él, que crecía a ojos vista en técnica, madurez y actitud con una naturalidad y una sencillez asombrosas, superando inercias y comodidades (con más o menos esfuerzo, eso sí) y sin perder ni la identidad propia ni la inocencia del que todavía tiene la oportunidad de elegir seguir siendo joven. Uke del maestro, para envidia de todos, y enemigo del Manolo. Se le notaba que le encaaaaanta el contacto con el tatami.

Cristina era la única mujer del grupo, gracias a un "flus" inspirado que la empujó a un camino incierto en un país extraño. Valiente por tanto, atenta siempre, suave en las formas pero enérgica en el combate, cerrilmente indecisa sobre todo a la hora de comprar chocolate. Ha vivido camuflada entre salvajes, y seguro que ha aprendido algunas cosas que no esperaba (esos chistes, esas expresiones locales, esas extrañas manías...). "Pa' ella y pa' su po... estooo... su vida".

Victor, con ese aura de ronin del sureste, preocupado por perfeccionar su arte mediante cuidado de las formas, respirando hondo, trabajando despacio. Era silencioso observador de lo que pasaba, analizando con un puntito crítico y un poco desde fuera la trayectoria y los acontecimientos. Creo que no se puso nervioso ni comiendo un entrecot, aunque en general tuvo suerte con la comida y la compañía.

Y yo, claro. Con los ojos grandes de lo abiertos que los tenía, con la sonrisa puesta a cada rato y tratando de contagiarla, pendiente y dispuesto para participar plenamente (lavando kimonos, cantando pamplinas, fregando platos, enfriando cerveza, riendo a carcajadas, comprando comida). Escuchando siempre mientras trataba de aprenderlo todo. Imaginando entradas como esta para intentar fijarlo todo en una memoria frágil y normalmente olvidadiza. Realmente feliz.

Había más compañeros de tatami y de convivencia, por supuesto. Españoles eran los "navajas mecánicas" de Albacete (Nicasio, Ismael y Miguel), expertos y veteranos, cañeros, bailones y zumbones (sobre todo de noche). También los "amigos y residentes en Madriz" (Dani y Óscar), pareja de hecho al borde de la ruptura siempre, innovadores en la alimentación y samurais en el entrenamiento. Y gracias a Bruno y a su traducción del maestro, más de uno pudimos evitar la cara de tonto inevitable. Y, claro, franceses había un montón grande y francesas un montón chiquito. Daniele, Antoine, Antoine el mini-Ángel, Maria, el rallaíto, Claudette, Stephanie, el matao, Alexandra, el del cumpleaños, el otro rallaíto, el alemán, el psicópata silencioso, Gilles, Natalie, Paco (jejeje), Mirielle la ambulanciera,... Y todos esos ukes que tuvieron que sufrir a un novato ávido de aprender en busca de hakamas que le enseñaran el camino.

Nueve samurais... No salvamos un pueblo de una legión de bandidos, luchando sólo por la comida y el honor como único sueldo. Supongo que sólamente buscábamos dar un paso más en un camino, el aikido, que cada uno encaja como puede en el viaje desorganizado que es la vida de cada cual. Para mejorar personal y técnicamente en una actividad que es un arte cuando son maestros (artistas) quienes la practican y parece tan torpe en las manos de un novato eterno como voy a ser yo. Ese mismo arte marcial que no busca ser beligerante pero utiliza el bushido como inspiración. Y que resulta para los que lo practicamos tan difícil de explicar para los que no lo conoceis.

Por eso, cuando te doy el coñazo con el tema, sé que respiras hondo y piensas que escucharme valdrá como buena acción de cara al purgatorio o a Papá Noel, mientras tratas de aguantar las ganas de llamar a los loqueros y me sigues la corriente asintiendo con la cabeza con expresión interesada. Porque sabes que lo vivo, aunque cuando empiezo ya no paro...

Los fanáticos conversos y convencidos somos así... Ains...

martes, 4 de septiembre de 2007

Un anuncio.

Corto, conciso y breve. En contra de mi propia costumbre.

Ejem.

Mañana (técnicamente hoy) vuelvo al tatami.

Ya te contaré cómo ha ido si logro sobrevivir a la experiencia.

Ejem.

lunes, 3 de septiembre de 2007

Cierra los ojos, que voy a cantarte una nana.

NANA PARA ADULTOS
Gloria Fuertes

Nadie nos acuna a los mayores.
Llegan noches cuajadas de silencio,
miedo a la Oscuridad,
tierna regresión y,
nadie nos canta nanas a los mayores.

Aprende a soñar, como yo,
sin que nadie nos acune.
- Duérmete en nana, nene.
Duérmete en nana, nena.
Volveremos a vernos en la otra Orilla.
Será de azúcar la arena.
Volveremos a vernos en la otra Vida
-menos perra-.
Duérmete en nana, nene.
Duérmete en nana, nena.

Sí, ya sé que puede no pegar mucho con la no-temática que gasta este sitio, pero me apetecía compartir contigo una debilidad que he recuperado casi sin querer.

Hoy, mientras que para tí probablemente haya sido un lunes más lunes que otros, yo he vivido una melancólica tarde de domingo, como todas las tardes de domingo pero sin el soniquete del futbol de fondo (con lo que acompaña), gracias a las fiestas locales de CiudadCueva.

Ese hecho, un rato de plancha delante de una película que he visto muchas veces y el sueño indefinido que me está atacando preventivamente a estas horas, me han llevado a fijarme en el lomo de un libro desapercibido. Está fuera de su sitio, porque su sitio ya no está (se me ha partido un armario prefabricado... esas cosas que me pasan a mi de vez en cuando...). Se llama "Libro de Nanas" y es de García Lorca, Gloria Fuertes, Miguel Hernández, Victor Jara, y otros...


El por qué tengo yo este libro es una historia larga (quizá no tanto), y el porqué lo conservo aún es un misterio (aunque de los fáciles).

Porque reconozco que me ponen un poco triste las nanas, ya ves. Implican el final de un día, justo en el momento en el que el día siguiente deja de importar. Además, para mí una nana necesita a la persona que la canta. Y lleva de la mano, por ejemplo, la protección de un padre y la ternura de una madre. Por eso me hacen echar de menos cosas que, en estos raros ratos de introspección, no disfruto como me gustaría: Susurrar en penumbra palabras que tranquilizan al son de un ritmo improvisado y universal, la confianza de quien empieza escuchando derrotado en sueño y acaba durmiéndose tranquilo al arrullo de palabras que se van acomodando en el silencio, la ordenación del caos que supone empezar a soñar nuevamente con una sonrisa, la retirada silenciosa de quien ha asumido la tarea de dormir a alguien querido.

Así que siempre descubro que, en realidad, no me pongo triste realmente con las nanas. Un poco melancólico. Algo impaciente, quizá, pero sólo eso.

Hoy, en este lunes atípico, me ha apetecido cantarte una nana. ¡Ea! Y espero que te haya gustado, aunque seamos tan mayores como para que nadie nos acune ya. Nos vemos en esta vida...