jueves, 18 de febrero de 2010

¡Está vivo!



Que no te cuenten milongas, que lo más difícil es recuperar las conexiones del cerebro con la red neuronal del resto del cuerpo. El resto es, casi literalmente, coser y cantar.

En realidad, la materia prima es de lo más común. La tarea consiste en seleccionar, para cada parte, los trozos en mejor estado del montón de cadáveres disponibles que se acumulan en los estantes de la memoria, remendarlos un poquillo, ver que los bordes de las piezas cuadren más o menos, y luego juntarlos para que salga algo relativamente airoso, que se deje leer. Aunque a veces te salga un poco desproporcionado como a mí (largo, pesado y difícil de mirar, marca de la casa para cuerpo y discurso), pero que sea capaz de funcionar por sí mismo, apto para vivir ahí fuera sin necesidad de muchas explicaciones por mi parte.

El problema es que ya puedes ser un hacha componiendo cuerpos, un maestro juntando retales, un artista de la resurrección inducida por electricidad... que como no conectes bien el cerebro al resto, vete olvidando de traer nada al mundo: ni chispa de vida, ni aliento vital, ni calambrazo a 220v, ni buen rayo que lo parta. Lo muerto sigue muerto si los sesos no están despiertos y en (alta) tensión.

- ¡¡¿Ni siquiera con ¡¡1,21 Gigavatios!!?!!...
- Pues ni así, Doctor Brown, ni así...

Ahora te propongo un ejercicio fácil: trata de imaginar cómo está mi cerebro después de dos meses de inactividad laboral, dedicado al descanso, a la lectura ligera y a la contemplación. ¿A que ahora sabes por qué el factor de curación estaba clínicamente muerto y sin enterrar?...

Como lo echo un poco de menos, espero haber hecho un buen trabajo de conexión esta vez (aunque los grupos de axones son escurridizos y difíciles de manejar) y que después de este chispazo el blog, mi monstruito experimental, viva durante un tiempecito que sea más largo que su última vida. Y, ya puestos a pedir, que me haga saber un poco cómo se siente el Creador, robándole la frase al doctor F. en el video del principio.

Sería bonito, ¿verdad?... Sigh... Todo lo que puede pasar es que, aunque yo quiera tener una poderosa máquina antropomórfica para crear el terror en las mentes supersticiosas, se me quede el monstruo menguado y sea más parecido a esto (dale al play ahí abajo) que a Godzilla.


viernes, 8 de enero de 2010

De vuelta a ella

El primer contacto de mi piel con su superficie, fría y flexible, me trajo un escalofrío y el recuerdo de muchas otras veces anteriores, esas de las que tanto tiempo hace ya. Por fin, un año después, volvía a tocarla.

Al principio me manejé con prudencia, con la inseguridad difusa que trae el temor a hacer y hacerme daño, pero rápidamente volvieron las sensaciones conocidas de los roces a través de la tela y la piel, del deslizar suave de las manos sobre el contorno, de los movimientos acompasados entre ambos, casi automatizados a fuerza de costumbre y práctica. Movimientos lentos, cuidadosos, medidos sobre su tacto firme pero acogedor, que cede blandamente en apariencia pero esconde la solidez de los materiales inmutables que sostienen el mundo. Y también, por supuesto, han vuelto los contactos bruscos, rápidos y repentinos, casi violentos en ocasiones, cuando mi cuerpo y su física se imponía frente al dictado de una mente abrumada de emociones y recuerdos.

He vuelto a saltar y sudar sobre ella, a acariciarla, a rodar sin control, a apoyar en ella mis mejillas, a sentir sus arañazos, a deslizarme, a palmear con cuidado para amortiguar, a recuperar el aliento descansando sobre ella, a temer las consecuencias que todo esto traerá mañana, a disfrutrarla y a intentar aprenderlo todo en ella...

He vuelto a la superficie de un tatami, a entrenar aikido... y no tienes una idea de cuánto la echaba de menos...

P.D. Y sí, cuando acabé la sesión de ayer me hubiera cortao con gusto las dos piernas justo por encima de las rodillas y creo que las agujetas están viniendo ya... pero que me quiten lo "caído", oiga...

lunes, 21 de diciembre de 2009

Último día

La mañana empezó negra y brumosa como debe ser el vaho del aliento de un lobo. Niebla cerrada y frío como aperitivo del día en el que se acababa su contrato laboral.

No era una sorpresa desagradable como la que le acababan de dar a los compañeros, avisados de despido fulminante con los mínimos 15 días de antelación de rigor. Lo sabía desde el mismo día que dijo que no le importaba incorporarse a la oficina al día siguiente. Pero no era algo que suavizase el hecho de que era su último día de trabajo.

El dia se aclaró apenas para distinguir día de noche, dejando al sol con un halo plomizo y triste que tenía el tono de las mantas grises de los soldados que se encaminan hacia el frente. El viento lento, refugiado en las esquinas umbrías, deliberadamente enfriaba hasta el calor humano de los parabienes y las despedidas, ojalá, hasta pronto.

Cuando todo estuvo resuelto y recogido, con la carga de los papeles que se llevaba en las manos y los pasillos y salas vacías, como el símbolo del futuro huero entre las paredes de unas oficinas que le habían acogido durante estos meses ya terminados. Los ecos de sus pasos en retirada resonaban en los pasillos, en la escalera y en la entrada de acdeso en la que ya sólo quedaban un par de polvorones en una caja terminada y un culín de anís. Seco, por supuesto. Como su contrato.

Y fue en el preciso momento de poner el primer pie fuera de la puerta cuando cayó la primera gota. Las nubes empezaban a llorar, despidiéndose con unas lágrimas que iban en aumento mientras caminaba lento y cargado de hombros hacia su coche solitario en el aparcamiento.

Y, como no podía ser de otro modo, su pensamiento acompañó a la lluvia, a la melancolía sincera de esta mañana del último día de trabajo, de la única forma posible en sus circunstancias:

"Empieza a llover. Perfecto. Bonita forma de empezar las vacaciones, con las ganas que les tenía... Que ya era hora, pardiez. Y a ver cuánto tiempo me dura la libertad, que tengo un montón de cosas que quiero hacer por gusto, por fin..."

martes, 8 de diciembre de 2009

A la cola

La sorpresa inicial abre brúscamente los pozos negros de las pupilas y el contorno propaga el movimiento como las ondas en el agua quieta, de dentro hacia afuera. Los párpados se comban arriba y abajo, las cejas se levantan por el centro, comprimiendo la piel de la frente hasta su corona de blanco lacado. Simultáneamente, la mandíbula baja unos milímetros y el contorno de los labios inicia el movimiento hacia el centro, queriendo fruncir los labios en un círculo que acompañe al "Oh" de sorpresa que tan difícil es de evitar.

Este movimiento sólo dura un instante. La mandíbula ya se está tensando. Las arrugas de expresión de la boca se reorientan en paralelo cuando el músculo orbicular de la boca se contrae para formar una línea recta delimitada por los dos labios, al igual que las líneas de los párpados se juntan, reduciendo la superficie visible de los ojos a dos rendija estrechas en las que se puede ver que la pupila se ha cerrado, concentrando el negro en un punto afilado que atraviesa con la mirada incluso a través de los cristales de las gafas. Las cejas se comban convergentes hacia el puente de la nariz mientras el ceño se frunce, arrastrando en el movimiento a las arrugas cercanas de frente y ojos, orientádolas como los radios de un vórtice centrado en el inicio de una nariz cuyas aletas también se contraen. En un lado de la cara, el pómulo se crispa y tira de la mejilla hacia arriba, arrastrando al labio lo suficiente para que se abra y muestre, casi imperceptiblemente, un colmillo que se imagina cargado de desprecio, y el oído cree percibir el gruñido de advertencia que siglos de evolución y civilización no han logrado erradicar de los animales salvajes que en realidad aún somos.

A partir de ese momento, que apenas ha durado un segundo, la expresión se congela consciente o inconscientemente en una mueca que condensa contrariedad, enfado, condescendencia e indignación.

Y a mi, simple observador en esta ocasión, me resulta aterradora la reacción, que espero que sea inconsciente: resulta impresionante la cara de asco que puede poner una mujer mayor en la cola de un supermercado cuando otra igual que ella le dice "yo estaba antes"...

Conclusión: Si pretendes colarte delante de una venerable ancianita, ten cuidado, no pierdas el contacto ocular y protege tu yugular (que además puede tener la dentadura postiza afilada sin temor a perder el esmalte, recuérdalo).

Corolario: Si alguna vez se te cuela delante una venerable ancianita con el descaro y desparpajo que acostumban, no reclames tu turno a menos que estés en disposición de defender tu posición con uñas y dientes. Si no lo estás, mejor asume tu papel en la cadena trófica de los supermercados en hora punta, tierna ovejita...


lunes, 30 de noviembre de 2009

Digestión

Por compromiso. Por hambre. Por ansia. Por curiosidad. Por gula. Por imitación. Por que va a ser bueno para mi. Por una apuesta. Porque sí.

Por desgracia y en más de una ocasión, a todo el mundo le toca comer algo que no le va a sentar bien a su estómago. Puedes sospecharlo desde el primer mordisco o descubrirlo por sorpresa una madrugada en casa ajena.

Brocoli. "El vegetal más mortífero de la Tierra. Hasta trata de advertirnos con su horrible sabor"

Puede ser porque la comida era demasiado pesada, porque los alimentos están en mal estado, porque no has masticado lo suficiente, porque has comido más de lo que debías, por mezclar ingredientes incompatibles, o porque, simple y llanamente, la vida es así y te toca dolor de barriga.

A partir de ahí, es tu digestión contra los elementos.

Seguro que no hace falta que te lo diga, pero la importancia de digerir lo mejor posible lo que, por unas razones u otras, te cae entre pecho y espalda es fundamental. Dolor, gases, retortijones, diarrea, vómitos, inapetencia, fiebre... Una mala digestión puede condicionarte el resto de actividades cotidianas en aspectos que fácilmente trascienden los efectos físicos. Y lo sabes también: trata de tomarte un café con la guapa de la oficina, de dormir con tranquilidad, de alejarte del baño más de 15 metros, de subirte en un ascensor...

Por eso, cuando no te queda otra que masticar lo que te ha caído en el plato, tienes que tratar de hacer una buena digestión.

Hoy he terminado por fin con el menú especial del examen. Ya te sabes la historia. Lo pedí por gusto, porque me gustaba la pinta que tenía la comida en la foto de la carta y por la promesa de una sobremesa llena de tranquilidad vital y placeres para el paladar. "Además es muy sano", me decía a mi mismo.

El primer plato fue un revuelto de apuntes y bibliotecas. Un calvario, porque el salteado de dedicación, sinsabores y renuncias no resultaba fácil de masticar y se me hizo demasiado largo e ingrato. Estaba soso y no se distinguía un bocado de otro. Mientras, a mi alrededor la gente se relamía con sus variadas y sabrosas guarniciones masticadas con todo el tiempo libre del mundo. ¡Qué envidia se pasa cuando optas por comer lo que le conviene a tu cuerpo!

El segundo fue un filete a la plancha de examen. Estaba duro y seco. Me duró muy poco y además fue bastante difícil de tragar, porque las prisas y el calor no me dejaron saborearlo como es debido. Entre el masticar atropellado del momento y el regusto amargo que se me quedó en el paladar no fui capaz de disfrutarlo. Aunque ahora creo que es mejor así, porque me parece que el plato era bastante peor de lo que me pareció en aquel momento, con la euforia del hambre satisfecha.

El postre sí fue magnífico: mañana relajada con virutas de sueño profundo y cielo azul. Lo malo es que me duró poco, porque lo pillé con ganas y me trajeron la cuenta enseguida. El restaurante quería cerrar pronto.

Ahora que el cargo en la tarjeta se ha confirmado, ahora que los resultados del examen son definitivos y son un palo en mi cuenta, no puedo evitar el mal sabor de boca que me ha dejado esta comida. Tan claro es ese regusto a decepción e impotencia que me hace temer una mala digestión y un tiempecito en la enfermería. Aún así, me parece que esta vez no va a ser necesario el lavado de estómago ni el antiácido. Quizás esta digestión llegue a ser más pesada de lo normal, pero no me va a doler la tripa ni voy a tener el mal cuerpo que tengo ahora demasiado tiempo.

Y es que tengo el estómago a prueba de bombas. No sé si será cosa familiar, genética, cultural o ambiental, pero creo que puedo digerir cualquier cosa que me caiga en el plato.

Todo lo que puede pasar es que un día de estos tenga que pedirte un poco de bicarbonato... Sólo por si acaso, tú sabes...

domingo, 15 de noviembre de 2009

Semana

Hace justo una semana una voz potente pero con el deje repipi del que se esfuerza en pronunciar todas las eses en Sevilla decía aquello de "Quedan quince minutos".

Hoy parece que ha pasado un mes o dos de aquel momento en el que la cara me ardía, la cabeza quería empezar a dolerme y las manos seguían a duras penas las necesidades de relectura y marcado de respuestas que mi mente dictaba inmisericorde. ¡Qué cortas se hacen tres horas cuando hace mucho tiempo que perdiste la cuenta de las horas dedicadas a prepararte para ese momento!

A partir de ahí, unas horas de euforia intranquila que se disfrazaba con la frase más socorrida de la noche: "Por fin se ha acabado, por fin soy libre". A la mañana siguiente, después de un par de pastillas para la cabeza y unas cuantas horas de sueño profundo, la sensación de liberación triunfaba en un día que acompañaba con un cielo claro y azul, un airecito fresco y un sol agradable de tomar. Lástima que a media mañana saliera la plantilla de respuestas y la esperanza se trocara en decepción.

Y bien amarga que fue. Igual que el paseo de unos metros para comunicar la noticia a quien esperaba con más fuerza y ganas que yo la buena noticia. Y lo mismo con las (pocas) llamadas para decir "Oye, que no he llegado, que me he quedado a 4 respuestas". Qué día más malo, con lo que prometía al amanecer.

La semana ha pasado lentamente, como si respetara mis sentimientos. Y aunque empecé a hacer lo que había esperado retomar durante tanto tiempo, no lo he disfrutado con plenitud. Deporte, lectura, videojuego, descanso, hasta trabajo. Todo vivido con la extraña sensibilidad que tiene el tejido cicatrizal, esa que atenúa las intensidades de los estímulos y transforma la sensación provocada en la piel en algo ni más agradable ni más molesto, en algo distinto.

El factor de curación ha hecho su trabajo. Lo está haciendo. Sólo le hace falta tiempo. Y se lo estoy dando, junto con ese apoyo que tú me has hecho llegar como haces siempre. Y lo noto funcionar en varios niveles, y me dejo curar y recuperar porque quiero seguir adelante.

Que no hay ningún drama en lo que ha pasado, que aún hay remotas posibilidades de que todo cambie, que no hay motivo para bloquearse ni deprimirse, que queda mucho bueno por vivir y disfrutar a la vuelta de la esquina, que hay que buscarse los garbanzos y saborear las cervecitas de mañana y pasado, que hay que estar fuerte para cuando vengan tiempos duros...

Que, recurriéndo al tópico más grande del mundo, hoy es el primer día del resto de mi vida. Y mañana también.



La copla es una tontada, pero la escucho y sonrío. Y te vuelvo a enchufar un video porque es una canción perfecta para este preciso momento. Una patada en el culo para la autocompasión tentadora que me ronda(ba) y un recordatorio de que lo mejor de esto es que ya se ha acabado el sacrificio y que soy libre de nuevo para aprovechar el tiempo en lo que yo quiera.

Un lujazo, ¿a que sí?

sábado, 7 de noviembre de 2009

Haka

Víspera de batalla de nuevo.

El aire es más cálido de lo que debería por esta época del año, pero supongo que es normal cuando te vas a enfrentar contra el Dios Volcán que ha condicionado tu vida y la de tu tribu durante demasiado tiempo ya.

Delante está su ejército de 104 Teh-Mash-Rio, los guerreros de lava del Volcán Ohp-Hosi-Tihon, famosos en estas islas porque queman y reducen las cabezas de sus enemigos a masas chamuscadas y temblorosas. Pocos son los que les han vencido en el pasado y muchos los luchadores que han sucumbido a su despiadado encuentro. Y pocos sobrevivirán al combate de mañana, como ya está escrito.

Mi ánimo es negro. Negras las nubes, negros los recuerdos. Negro veo el futuro y las posibilidades de acabar el día con victoria.

Pero eso no va a detener a mi pequeña tribu de trabajadores y artesanos Ghan-nasks, Memoritikis y Su-hert-udos. Vamos a dar todo lo que tenemos. Y caeremos o nos alzaremos con la cabeza igual de alta y orgullosa. Porque vamos a rescatar al sol de su cautiverio injusto.

Esta negra noche no teno claro si nuestra danza de guerra será más útil para asustar a los adversarios, como pretende, o para infundir la valentía, la confianza y la ferocidad en nuestros corazones normalmente pacíficos. Espero que inspire ese miedo y esa furia a partes iguales

Porque es hora de que el enemigo conozca el terror que le espera. Hermano maorí, es la hora de la Haka. La batalla va a empezar...



Ka mate! Ka mate! Ka ora! Ka ora!
¡Muero! ¡Muero! ¡Vivo! ¡Vivo!
Ka mate! Ka mate! Ka ora! Ka ora!
¡Muero! ¡Muero! ¡Vivo! ¡Vivo!
Tenei te tangata puhuru huru
Este es el hombre peludo*
Nana nei i tiki mai
Que trajo el Sol
Whakawhiti te ra
Y lo hizo brillar de nuevo
A upa....ne! Ka upa...ne!
¡Un paso hacia arriba! ¡Otro paso hacia arriba!
A upane kaupane whiti te ra!
¡Un paso hacia arriba, Otro hacia arriba....el Sol brilla!
Hi!

*NOTA del T: Que dice la wiki, que en la tradición maori, el hombre peludo equivale a hombre valiente. Que no es un autochiste, que no tendría tampoco mucha gracia, aunque por falta de pelo y de valentía nunca he tenido quejas, que todo hay que explicarlo, porque hay gente que se quiere siempre enterar de tó y no deja pasar ni una, leches...

viernes, 6 de noviembre de 2009

Diggin' Deeper

Ya estoy aquí de nuevo. Al final de la temporada. Con los mismos sentimientos que el año pasado, aunque asumiendo que esta vez no estoy pleno de reflejos, ni de fuerzas, ni de esperanza...



After 86 games, there's part of you that wonders if there is anything left.
If you have anything more to give.
But somehow, from somewhere, you find it.
You dig deeper. You have to.
Because if you don't, you go home.

Supongo que acabaré volviendo a casa de un modo u otro, aunque lo que más pesa en los hombros a estas alturas no es la posibilidad del fracaso "académico". No estoy en buena forma esta vez. De nuevo, paladeo el sabor mezclado de nervios, miedo, agobio y angustia por un temario abrumador, pero este año sé que no estoy tan cerca como me sentí entonces.

Aún así, hago mía la afirmación del vídeo: de alguna manera, en algún sitio, pienso encontrar lo que sea que haga falta para darlo todo dentro de dos días. Espero, cavando como estoy, profundizar lo suficiente y llegar a tiempo.

Esta vez me conformo con el subcampeonato y todo... Je...


miércoles, 9 de septiembre de 2009

90909

999

Es "Al Acram Ed Al Aitseb".

O eso o es un precio de rebajas, no lo tengo claro...

En realidad no es más que una cifra al azar en el flujo infinito (o finito, vete a saber, que la astrofísica y la metafísica definitivamente no son lo mío) del tiempo medido por humanos. Un número curioso, que no se repetirá en los calendarios en tanto no se decida algún día resetear el tiempo, o volverlo del revés, o sustituir los segundos como unidad de tiempo del sistema internacional por, un poner hipotético, los intervalos que tarda un estudiante de oposiciones estandar en comerse una patata (¿?) Pringle y sacar la siguiente del tubo con sus manos regordetas y pringosas (que seguro que es más fácil de medir que lo que hay ahora, no me jodas).

En realidad, la cifra redonda sólo ha significado "miércoles". Ha hecho calor, pero no ha sido como si se hubieran abierto las puertas del Averno. Y, ahora que se está terminando, la verdad es que el día ha sido muy normalito tirando a chungo. Uno más de los que llevo este verano y uno menos de los que me quedan hasta el examen.

Y mira que lo siento, como te puedes imaginar. ¡Anda que no viste nada un buen post épico de esos que acostumbro para romper las frecuentes rachas de abandono del Factor!... jugando con el simbolismo del Anti-Anticristo, con la batalla de las huestes del infierno y del cielo en el día del Anti-Apocalipsis, o con el vestido hiperbólico que podría haber disfrazado un hecho tan trivial como es este de teclear un rato.

Vuelvo a echar mano del Factor de Curación. Pero no porque necesite su poder especialmente, tranqui, sino porque lo estaba echando especialmente de menos. Justo ahora.

Ahora que mis rutinas se re-encarrilan y vuelvo a sentirme socialmente útil en un trabajo de los que pagan al final de mes y todo. Ahora que me resulta más fácil concentrar esfuerzos porque cuento con mucho menos tiempo disponible que desperdiciar. Ahora que madrugo por obligación y no por vicio...

Y mira que sigo sin tener acontecimientos relevantes dignos de ser tallados en piedra, que mi vida sigue siendo tirando para monótona y aburrida, pero he recordado que me apetece echar algún rato muerto ejercitando el pensamiento paralelo mientras busco la forma más amena para contar la chorrada de turno que se pasea, fugaz o repetidamente, por mi tan ocupada mente consciente, que lleva "en blanco" unos pocos meses ya. Y tú llevas demasiado tiempo de tranquilidad, ¿no crees?. Hace demasiado que no comparto esos "reflejos de mi retorcida mente que me devolvían la mirada" que dice la copla de ahí abajo:

"I left alone. My mind was blank.
I needed time to get the memories from my mind.
What did I see? Can I believe?
That what I saw last night was real
and not just fantasy.
Just what I saw, in my old dreams,
were they reflections of my warped mind
staring back at me..."

No sé lo que va a durar esta racha, aunque seguro que un par de orgullosos post puedo pergeñar antes de aparcar el blog otra temporada. Y es que tampoco veo clara la disponibilidad de tiempo que voy a tener, porque cuando se confirme que debajo de las orejillas que intuyo ya en el horizonte hay un peazo lobo que viene detrás de mí dudo que me pare a contarte el miedo que tengo... (y es que te aclaro que no me pienso dejar masticar tranquilamente, faltaría más... Por lo menos que cuando me pille me encuentre sudoroso, maloliente y con agujetas de correr como un poseso... jejeje... a ver si se envenena conmigo...).

En resumen: que hoy es día 9 del 09 del 09 y me ha parecido una fecha perfecta para volver a dar la barrila. Me gusta el día. Me gusta el número. El número DEL Bestia. Caña.


Advertencia: cuando le des al play tienes que estar cabeza abajo, que si no no vale para hoy...

Hale. Y si crees que "esto no debe continuar y que debes informar a las autoridades" como recomienda Mr. Dickinson, creo que su teléfono es el siguiente:

666 999 091

Y ten cuidao con el Anti-Apocalipsis. Y con las cervicales cuando agites la melena.

martes, 26 de mayo de 2009

Aprender de los profesionales

Es una evidencia que hay que aprender de los que saben. Y eso también va por tí, profesional de mierda.

Después de examinar el magnífico trabajo de desmembramiento que hiciste el otro día, no puedo más que aplaudirte y tomar notas por la precisión, la limpieza, la rapidez y el buen pulso.

¿A quién pueden no revolvérsele las entrañas con la imagen?

Y como quiero demostrarte lo buen alumno que puedo ser y lo rápidamente que aprendo, te voy a explicar cómo voy a aplicarte tu propio método como te pille alguna vez jugando con los retrovisores de mi coche de nuevo:
-Primero te voy a agarrar firmemente el antebrazo, haciendo un poco de palanca para dejarte el codo extendido y la palma de la mano orientada al cielo. Y estate quietecito, que como intentes escaparte puedes hacerte daño.
-Después, apoyando mi hombro en la parte posterior de tu propio hombro, voy a girar tu brazo extendido hacia atrás, mientras te fijo el cuerpo contra el coche con todo mi generoso peso corporal.
-Cuando el giro de tu brazo llegue a su tope máximo, llega la parte complicada. Tengo que tener cuidado para no romperte el húmero por error, no quiero arruinar la pieza de repuesto...
-...así que relajo la presión lateral en el hombro, bajo el mío y vuelvo a cargar en diagonal hacia arriba y hacia el frente, sécamente y con fuerza.

Avances didácticos: ¡Planes de venganza con esquemas ilustrados!

Y ya está hecho. Tienes el hombro dislocado. Si no estuvieras gritando de dolor, hubiéramos podido oir el sonido que hace la cabeza del húmero al salirse de la articulación. Un "crack". O un "plop". Pero es que algo se tiene que romper para que la pieza que te interesa quede intacta, ¿no?

Aún así, tienes suerte de que no necesite un brazo de repuesto, bastardo. Porque a partir de este punto ya sólo harían falta un par de cortecitos y un buen tirón para dejarte con los ligamentos colgando como tú dejaste los cables de mi coche cuando decidiste robar mi retrovisor. Aunque procura que no te pille dos veces, no vaya a ser que me cabree un poco de más y pruebe a ver qué pasa...

Al fin y al cabo, creo que si tú conviertes mi coche en una tienda de repuestos bien te puedo yo considerar un donante de órganos, ¿no te parece, pedazo de escoria?