domingo, 15 de noviembre de 2009

Semana

Hace justo una semana una voz potente pero con el deje repipi del que se esfuerza en pronunciar todas las eses en Sevilla decía aquello de "Quedan quince minutos".

Hoy parece que ha pasado un mes o dos de aquel momento en el que la cara me ardía, la cabeza quería empezar a dolerme y las manos seguían a duras penas las necesidades de relectura y marcado de respuestas que mi mente dictaba inmisericorde. ¡Qué cortas se hacen tres horas cuando hace mucho tiempo que perdiste la cuenta de las horas dedicadas a prepararte para ese momento!

A partir de ahí, unas horas de euforia intranquila que se disfrazaba con la frase más socorrida de la noche: "Por fin se ha acabado, por fin soy libre". A la mañana siguiente, después de un par de pastillas para la cabeza y unas cuantas horas de sueño profundo, la sensación de liberación triunfaba en un día que acompañaba con un cielo claro y azul, un airecito fresco y un sol agradable de tomar. Lástima que a media mañana saliera la plantilla de respuestas y la esperanza se trocara en decepción.

Y bien amarga que fue. Igual que el paseo de unos metros para comunicar la noticia a quien esperaba con más fuerza y ganas que yo la buena noticia. Y lo mismo con las (pocas) llamadas para decir "Oye, que no he llegado, que me he quedado a 4 respuestas". Qué día más malo, con lo que prometía al amanecer.

La semana ha pasado lentamente, como si respetara mis sentimientos. Y aunque empecé a hacer lo que había esperado retomar durante tanto tiempo, no lo he disfrutado con plenitud. Deporte, lectura, videojuego, descanso, hasta trabajo. Todo vivido con la extraña sensibilidad que tiene el tejido cicatrizal, esa que atenúa las intensidades de los estímulos y transforma la sensación provocada en la piel en algo ni más agradable ni más molesto, en algo distinto.

El factor de curación ha hecho su trabajo. Lo está haciendo. Sólo le hace falta tiempo. Y se lo estoy dando, junto con ese apoyo que tú me has hecho llegar como haces siempre. Y lo noto funcionar en varios niveles, y me dejo curar y recuperar porque quiero seguir adelante.

Que no hay ningún drama en lo que ha pasado, que aún hay remotas posibilidades de que todo cambie, que no hay motivo para bloquearse ni deprimirse, que queda mucho bueno por vivir y disfrutar a la vuelta de la esquina, que hay que buscarse los garbanzos y saborear las cervecitas de mañana y pasado, que hay que estar fuerte para cuando vengan tiempos duros...

Que, recurriéndo al tópico más grande del mundo, hoy es el primer día del resto de mi vida. Y mañana también.



La copla es una tontada, pero la escucho y sonrío. Y te vuelvo a enchufar un video porque es una canción perfecta para este preciso momento. Una patada en el culo para la autocompasión tentadora que me ronda(ba) y un recordatorio de que lo mejor de esto es que ya se ha acabado el sacrificio y que soy libre de nuevo para aprovechar el tiempo en lo que yo quiera.

Un lujazo, ¿a que sí?

2 comentarios:

Cincibastro dijo...

Un lujazo es leerte otra vez.

Vaya ganas que me han entrado de ir p'alla por la promesas de las cervecitas y luego viendo el video... que guapa sale la ciudad.

Unknown dijo...

Muy buenas AKA.

Hacia mucho tiempo que no entraba en tu pequeño espacio de internet. La verdad es que con lo facil que nos lo ponen los telefonos, no hacemos un uso inteligente de los mismos.

Y tengo que decir que comparto la opinion de Cincibastro, lo de las cervezas es tentador.......

Por cierto, me apunto tambien a la frase de hoy es el primer dia del resto de mi vida....me gusta.