lunes, 10 de noviembre de 2008

Cambio de destino

Hoy hace calor en La Jaula. Es una buena novedad porque el frío de los pies se iba acumulando sin remedio de un día detrás de otro. Una semana más y habría perdido algún dedo por congelación. Pero ahora se está aquí como en un atardecer de primavera: aire templado, luz tenue, tranquilidad en el ambiente y los reflejos verdosos que no vienen de un campo de cesped ni de hojas nuevas sino del tono que le dan las cámaras de seguridad a las imágenes en los monitores que vigila una hora tras otra.

Lleva un mes destinado aquí. En La Jaula. El cuartito de vigilancia donde está instalado el sistema de control de cámaras exteriores e interiores del Complejo Vida.

"¿Dónde carajo habré dejao el mando a distancia?"

Tenía claro que, de entre todos los trabajos que un segurata puede tener en este complejo, el de control de cámaras es el que siempre intentaría evitar. A ver, no está mal del todo, pero hay trabajos mejores que hacer, más activos, más reconfortantes, más satisfactorios... Es mucho mejor estar en el mostrador en recepción y saludar con una sonrisa a la gente que ver cómo entran desde una vista cenital. Es mucho más activo hacer la ronda de comprobación por todo el complejo y compartir el espacio con los "dueños" de ese espacio que pasar de un sitio a otro con un click del ratón. Es mucho más reconfortante estar pendiente de lo que pasa y echar una mano cuando hace falta una mano más que comprobar con un acceso remoto cómo otros echan una mano si es necesario...

Hay que tener cuidado con La Jaula, porque engancha. Es un entorno cómodo, seguro, tranquilo y descansado. Además implica un trabajo fácil de hacer (aunque un poco coñazo al cabo de un rato) que puede convencerte de que estás cumpliendo todas tus metas porque crees que lo tienes todo bajo tu control (...el Ojo del Gran Hermano que Siempre te Vigila, desde 1984, jodido Orwell). Y ya no necesitas nada más: con una silla cómoda, una pantalla y varias docenas de cámaras repartidas por el Complejo te crees que estás dominando el C. Vida completamente.

Lo que pasa es que no es cierto, claro. Ya lo ha experimentado otras veces, después de currar en La Jaula una temporada y volver al "mundo exterior": la alegría vital de implicarte y mancharte las botas de barro (figurada y literalmente) no se puede comparar con mil días delante de una manada de teles obedientes. Las agujetas del final de un día de ronda. El saber el nombre de la gente que llega antes a currar (o que llega tarde, que también hay). El saberte parte activa de la vida de otras personas funciona mejor para estar contento que el voyeurismo por muy "de seguridad" que sea.

Así que toca cambio: "¿Jefe? Sí, buenos días. Necesito un cambio de destino. Quiero dejar el control de cámaras un tiempo... Bien, mañana a recepción. Allí estaré, muchas gracias...".

P.D.: Vaaale, por si hemos perdido costumbre, voy a explicar la chorri-metáfora. Visto de manera superficial: es hora de dejar de ser un simple lector en internele (que mira que hay cosas que leer). Vuelvo al lío (relativo) de participar activamente escribiendo chorradas por aquí de vez en cuando. Cualquier motivación más profunda también puede tener sentido, por supuesto, pero vayamos poco a poco, ¿no?


1 comentario:

Cincibastro dijo...

Me ha gustado mucho la entrada...se puede aplicar de varias maneras lo de la jaula, de hecho al leerte me he sentido identificado.