martes, 23 de septiembre de 2008

Reset

Control + Alt + Suprimir.

La combinación abre mi "Administrador de Tareas”. Una comprobación casi de rutina, porque me temo que tengo bloqueado el ordenador y no voy a poder solucionarlo desde ahí.

Como suele pasar, a primera vista todas las “Aplicaciones” aparecen activas, y están todas las que yo he ido arrancando últimamente. Según esto, no hay conflictos aparentes que expliquen el bajo rendimiento, la lentitud extrema, la falta de recursos o la incapacidad de procesar con eficacia algunas tareas sencillas. Pero soy perro viejo, y es evidente que mi cacharro no funciona como debiera, así que me tendré que meter en camisa de once varas y abrir la pestañica de “Procesos” para entrever lo que en realidad está pasando por mi saturada CPU.

Y ahí está el horror... la lista interminable de rutinas y subrutinas, con su porcentaje de ocupación del procesador y sus enormes cifras de uso de memoria, provocándome la misma sensación incómoda de siempre: “Todo esto está funcionando ahí debajo sin que te des cuenta. Y como no tienes ni idea de para qué valen esos programas no sabes si están trabajando por tu bien o para tu mal...”.

Mientras recorro hacia abajo las líneas cambiantes me doy cuenta que soy capaz de reconocer algunos ejecutables, haciendo el trabajo que les estoy pidiendo que hagan (como “oposiciator.exe”, “housepack.exe”, “aikidofall.exe”, “dietcoke.exe” o “friends.sys”) y recuerdo cuándo los arranqué y cuándo los tuve pausados y cuándo se me bloqueaban temporalmente. También distingo algunos procesos del sistema, con el alivio de comprobar que están ahí, cumpliendo con su función original aunque los ignore la mayor parte del tiempo (todos los “sv...” como “svhambre.exe”, “svsueño.exe”, "svcordura.exe", etc.). Y luego están todas las demás tareas.

Hay muchas y consumen un montón de recursos. Ni las he abierto conscientemente yo, ni sé qué están haciéndole a mi sistema, ni puedo imaginar cómo funcionan. Pero ahí están, como los procesos mentales del subconsciente que condicionan tu vida sin que tú lo sepas, imponiendo fobias, reacciones, temores y deseos que no eres capaz de aceptar conscientemente...

A mi me asusta tocar estos procesos internos desconocidos, porque no quiero cargarme algo sin querer. Y por eso, aunque lo recomendable es hacer las cosas con ayuda profesional (o al menos bien formada), hoy voy a optar por una solución drástica pero que me ha sido útil en otras ocasiones. Al carajo y que pase lo que Dios quiera.

Voy a pulsar directamente el botón del "RESET".


Toca empezar todo de nuevo.

¡CLICK!


4 comentarios:

CHEERSMATE dijo...

Teniendo un buen hardware, que lo tienes, y un sistema operativo medianamente fiable, que también lo tienes, no habrá ningún problema, amigo.
Además, yo cada día creo menos en los puntos de "NO RETORNO"........

Cincibastro dijo...

Yo creo que debemos estar de rearranque todos...deber ser la edad de los treses, que le resucitan a uno(s más que a otros).

A ver si mantenemos la producción sin que se tenga que medio matar nadie más, carajo.

El Tete dijo...

Vaya, nunca hubiera concebido el cerebro humano de esa manera.

Dame un toque cuando termines de reiniciar.

Marnie dijo...

Definitivamente me declaro fan incondicional del "Reset", pour moi las cosas tienen porcentajes de probabilidad, pero nunca son imposibles.
A mi me toca la semana que viene, después de cinco anyitos no esta mal, no?
Viva el reset y los que lo practican!