sábado, 22 de marzo de 2008

Diga 33...

Cuentan mis padres que parte de la costumbre que tengo de llegar un poquito más tarde de lo previsto me viene desde antes de llegar al mundo. Desde el primer "zafarrancho de combate" de contracciones y carreras hacia el hospital hasta que decidí que era momento de nacer pasó más o menos un mes completo.

Mientras mi padre iba y venía cuando podía desde el pueblo a 50 km. (que en esa época contaban por 150 de ahora), mi madre se quedó ingresada y veía pasar el tiempo mientras paseaba, leía, descansaba y, supongo, me trataba de meter prisa mentalmente para que hiciera el favor de venir al mundo de una bendita vez.
De aquello hace 33 años.

Finalmente nací en víspera de un Domingo de Ramos, como si hubiese esperado lo suficiente para disfrutar un tiempo de fiesta, resurrección, descanso y rebrote. Porque no se puede negar tampoco que, puestos a nacer, es mucho mejor hacerlo en marzo que en febrero y muchísimo mejor el segundo día de primavera que el último o el penúltimo del invierno. Y, por si fuera poco, a las cinco y pico de la tarde, justo a tiempo para la merienda... miel sobre hojuelas, jejeje...

Cumplo 33. Ya estoy hecho un mocetón. Dieciséis castañas y media en cada pata. Y parece que fue ayer cuando repartía caramelitos en el colegio y esperaba con avidez los regalos alrededor de una tarta. O cuando ayer por la noche me achicharraba el brazo al hacer migas para todo el mundo en el campito. O esta mañana tempranito, recibiendo felicitaciones por teléfono porque estaba lejos de casa....

Supongo que, por esa regla de tres, mañana y pasado mañana (cuando cumpla 34 o 45 o los que sean) están ahí, a la vuelta de la esquina... pero me da igual. Aquí estaré esperándolos, tratando de disfrutar y de marcar un poco la diferencia a mi alrededor durante el tiempo que se me ha dado. Por lo pronto, brinda conmigo por mi salud y larga vida.

Y píde otra ronda, que hoy invito yo...

No hay comentarios: